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Observación a un teólogo

 CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE 

NOTIFICACIÓN SOBRE EL LIBRO “IGLESIA: CARISMA Y PODER, ENSAYOS DE ECLESIOLOGÍA MILITANTE” DEL P. LEONARDO BOFF, O.F.M. 

Introducción 

El 12 de febrero de 1982 Leonardo Boff, o.f.m., tomaba la iniciativa de enviar a la Congregación para la Doctrina de la Fe la respuesta que había dado a la Comisión archidiosesana para la Doctrina de la Fe de Río de Janeiro, la cual había criticado su libro “Iglesia: Carisma y Poder (“Igreja: Carisma e Poder. Ensaios de eclesiologia militante”, Editora Vozes-Petrópolis, RJ, Brasil, 1981). El declaraba que tal crítica contenía graves errores de lectura y de interpretación.La Congregación,  después de haber estudiado el escrito en sus aspectos doctrinales y pastorales, exponía al autor, en carta del 15 de mayo de 1984, algunas reservas, invitándolo a acogerlas y ofreciéndole al mismo tiempo la posibilidad de un coloquio de esclarecimiento. Pero, teniendo en cuenta la influencia que el libro ejercía en los fieles, la Congregación informaba a L. Boff que la carta se haría pública en todo caso, teniendo eventualmente en consideración la posición que él adoptara en el coloquio.El 7 de septiembre de 1984, L. Boff era recibido por el Cardenal Prefecto de la Congregación, asistido por mons. Jorge Mejía en calidad de actuario. Contenido de la conversación eran algunos problemas eclesiológicos que surgían de la lectura del libro “Iglesia: Carisma y Poder” y señalados en la carta del 15 de mayo de 1984. La conversación desarrollada en un clima fraterno, brindó al autor la ocasión de exponer sus aclaraciones, que entregó por escrito. Todo ello quedaba puntualizado en un comunicado final emitido y redactado de acuerdo con L. Boff. Al término de la conversación, en otro sitio fueron recibidos por el cardenal Prefecto los Eminentísimos Cardenales Aloisio Lorscheider y Paulo Evaristo Arns, que se hallaban en Roma con este motivo.

La Congregación examinó, según su propia praxis, las clarificaciones orales y escritas facilitadas por L. Boff y, aun habiendo tenido en cuenta las buenas intenciones y los repetidos testimonios de fidelidad a la Iglesia y al Magisterio manifestados por él, sin embargo ha tenido que poner de relieve que las reservas suscitadas a propósito del libro y señaladas en la carta, no podían considerarse sustancialmente superadas. Juzga necesario, pues, tal como estaba previsto, hacer ahora público, en sus partes esenciales, el contenido doctrinal de dicha carta. 

Preámbulo doctrinal 

La eclesiología del libro: “Iglesia: Carisma y Poder”, con una serie de estudios y de perspectivas trata de salir al paso a los problemas de América Latina y en particular de Brasil (cf. pág. 13). Esta intención, por una parte exige una atención seria y profunda a las situaciones concretas a la que se refiere el libro y, por otra -para responder realmente a su finalidad-, la preocupación de insertarse en la gran misión de la Iglesia universal, dirigida a interpretar, desarrollar y aplicar, bajo la guía del Espíritu Santo, la común heredad del único Evangelio confiado por el Señor, una vez para siempre, a nuestra fidelidad. De este modo la única fe del Evangelio crea y edifica, a través de los siglos, la Iglesia católica, que permanece una con la diversidad de los tiempos y la diferencia de las situaciones propias en las múltiples Iglesias particulares. La Iglesia universal se realiza y vive en las Iglesias particulares y éstas son Iglesia, permaneciendo precisamente expresiones y actualizaciones de la Iglesia universal en un determinado tiempo y lugar. Así, con el crecimiento y progreso de las Iglesias particulares crece y progresa la Iglesia universal; mientras que con la atenuación de la unidad disminuiría y decaería también la Iglesia particular.

Por esto la verdadera reflexión teológica nunca debe contentarse sólo con interpretar y animar la realidad de una Iglesia particular, sino que debe más bien tratar de penetrar los contenidos del sagrado depósito de la Palabra de Dios, confiado a la Iglesia y auténticamente interpretado por el Magisterio. La praxis y las experiencias, que surgen siempre de una determinada y limitada situación histórica, ayudan al teólogo y le obligan a hacer accesible el Evangelio a su tiempo. Sin embargo, la praxis no sustituye a la verdad ni la produce, sino que está al servicio de la verdad que nos ha entregado el Señor. Por tanto, el teólogo está llamado a descifrar el lenguaje de las diversas situaciones -los signos de los tiempos- y abrir este lenguaje al entendimiento de la fe (cf. Enc. Redemptor hominis, 19). Examinadas a la luz de los criterios de un auténtico método teológico -al que aquí sólo hemos aludido brevemente- determinadas opciones del libro de L. Boff resultan insostenibles. Sin pretender analizarlas todas, se ponen aquí en evidencia las opciones eclesiológicas que parecen decisivas: la estructura de la Iglesia, la concepción del dogma, el ejercicio del poder sagrado, el profetismo. 

La estructura de la Iglesia 

L. Boff se coloca, según sus palabras, dentro de una orientación, en la que se afirma “que la Iglesia como institución no estaba en el pensamiento del Jesús histórico, sino que surgió como evolución posterior a la resurrección, especialmente con el progresivo proceso de desescatologización” (pág. 123). Por consiguiente, la jerarquía es para él “un resultado” de la “férrea necesidad de institucionalizarse”, “una mundanización” al “estilo romano y feudal” (pág. 71). De aquí se deriva la necesidad de un “cambio permanente de la Iglesia” (pág. 109); hoy debe surgir, una “Iglesia nueva” (pág. 107 y passim), que será “una nueva encarnación de las instituciones eclesiales en la sociedad, cuyo poder será simple función de servicio” (pág. 108). En la lógica de estas afirmaciones se explica también su interpretación de las relaciones entre catolicismo y protestantismo: “Nos parece que el cristianismo romano (catolicismo) se distingue por la afirmación valiente de la identidad sacramental y el cristianismo protestante por una afirmación intrépida de la no-identidad” (pág. 132; cf. págs. 126 ss., 140).En esta visión, ambas confesiones serían mediaciones incompletas, pertenecientes a un proceso dialéctico de afirmación y negación. En esta dialéctica, “aparece lo que es el cristianismo. ¿Qué es el cristianismo? No lo sabemos. Sólo sabemos lo que aparece ser en el proceso histórico” (pág. 131).

Para justificar esta concepción relativizante de la Iglesia -que está en el fundamento de las críticas radicales dirigidas a la estructura jerárquica de la Iglesia católica- L. Boff apela a la Constitución Lumen gentium (núm. 8) del Concilio Vaticano II. De la famosa expresión del Concilio “Haec Ecclesia (sc. unica Christi Ecclesia)...subsistit in Ecclesia catholica”, él deduce una tesis exactamente contraria al significado auténtico del texto conciliar, cuando afirma: “De hecho ella (es decir, la única Iglesia de Cristo) puede subsistir también en otras Iglesias cristianas” (pág. 125). En cambio, el Concilio eligió la palabra “subsistit” precisamente para esclarecer que existe una sola “subsistencia” de la verdadera Iglesia, mientras que fuera de su trabazón visible sólo existen “elementa Ecclesiae” que, -siendo elementos de la misma Iglesia- tienden y conducen hacia la Iglesia católica (Lumen gentium, 8). El Decreto sobre el ecumenismo expresa la misma doctrina (Unitatis redintegratio, 3-4), la cual se precisó de nuevo en la Declaración Mysterium Ecclesiae, núm. 1 (AAS LXV, 1973, págs. 396-398).

La subversión del significado del texto conciliar sobre la subsistencia de la Iglesia está en la base del relativismo eclesiológico de L. Boff antes delineado, en el cual se desarrolla y se explica un profundo malentendido de la fe católica sobre la Iglesia de Dios en el mundo. 

Dogma y Revelación 

La misma lógica relativizante se vuelve a encontrar en la concepción de la doctrina y del dogma expresada por L. Boff. El autor critica de manera muy severa “la comprensión doctrinal de la revelación” (pág. 73). Es cierto que L. Boff distingue entre dogmatismo y dogma (cf. pág. 139), admitiendo el segundo y rechazando el primero. Sin embargo, según él, el dogma de su formulación es válido solamente “para un determinado tiempo y circunstancias” (págs. 127-128). “En un segundo momento del mismo proceso dialéctico el texto debe poder ser superado, para dar lugar a otro texto del hoy de la fe” (pág. 128). El relativismo resultante de estas afirmaciones se hace explícito, cuando L. Boff habla de posiciones doctrinales contradictorias entre sí, contenidas en el Nuevo Testamento (cf. pág. 128). Por consiguiente, “la actitud verdaderamente católica” sería “la de estar fundamentalmente abiertos a todas las direcciones” (pág. 128). En la perspectiva de L. Boff la auténtica concepción católica del dogma cae bajo el veredicto de “dogmatismo”: “Mientras dure este tipo de comprensión dogmática y doctrinal de la revelación y de la salvación de Jesucristo, habrá que contar irremediablemente con la represión de la libertad del pensamiento divergente dentro de la Iglesia” (págs. 74-75).

A este propósito hay que poner de relieve que lo contrario del relativismo no es el verbalismo o el inmovilismo. El contenido último de la revelación es Dios mismo, Padre, Hijo y Espíritu Santo, que nos invita a la comunión con Él; todas las palabras se refieren a la Palabra, o  -como dice San Juan de la Cruz: “...a su Hijo...todo nos lo habló junto y de una vez en esta sola Palabra y no tiene más que hablar” (Subida al Monte Carmelo, II, 22, 3). Pero en las palabras, siempre analógicas y limitadas de la Escritura y de la fe auténtica de la Iglesia, basada en la Escritura, se expresa de manera digna de fe la verdad sobre Dios y sobre el hombre. La necesidad permanente de interpretar el lenguaje del pasado, lejos de sacrificar esta verdad, la hace más bien accesible y desarrolla la riqueza de los textos auténticos. Caminando bajo la guía del Señor, que es el camino y la verdad (Jn 14, 6), la Iglesia, docente y creyente, está segura de que la verdad expresada en las palabras de la fe no sólo no oprime al hombre, sino que lo libera (Jn 8, 32) y es el único instrumento de verdadera comunión entre hombres de diversas clases y opiniones, mientras que una concepción dialéctica y relativista lo expone a un decisionismo arbitrario.

Ya en el pasado esta Congregación tuvo que precisar que el sentido de las fórmulas dogmáticas permanece siempre verdadero y coherente, determinado a irreformable, aun cuando pueda ser ulteriormente esclarecido y mejor comprendido (cf. Mysterium Ecclesiae, 5: AAS LXV, 1973, págs. 403-404).El “depositum fidei”, para continuar en su función de sal de la tierra que nunca pierde su sabor, debe ser fielmente conservado en su pureza, sin resbalar en el sentido de un proceso dialéctico de la historia y en la dirección del primado de la praxis. 

Ejercicio del poder sacro 

Una “grave patología” de la que, según L. Boff, debería liberarse la Iglesia romana, viene del ejercicio hegemónico del poder sacro que, además de hacer de ella una sociedad asimétrica, habría sido deformado en sí mismo.Dando por descontado que el eje organizador de una sociedad coincide con el modo específico de producción que le es propio y aplicando este principio a la Iglesia, L. Boff afirma que ha habido un proceso histórico de expropiación de los medios de producción religiosa por parte del clero en perjuicio del pueblo cristiano, el cual se habría visto así privado de su capacidad de decidir, de enseñar, etc. (cf. págs. 75, 215 ss., 238-239). Además, después de haber sufrido esta expropiación, el poder sacro habría sido también gravemente deformado, cayendo así en los mismos defectos del poder profano en términos de dominación, centralización, triunfalismo (cf. págs. 98, 85, 91 ss.). Para remediar estos inconvenientes, se propone un nuevo modelo de Iglesia, en la que el poder se conciba sin privilegios teológicos, como servicio articulado según las necesidades de la comunidad (cf. págs. 207, 108).

No se puede empobrecer la realidad de los sacramentos y de la Palabra de Dios, encuadrándola en el esquema de “producción y consumo”, reduciendo así la comunión de la fe a un mero fenómeno sociológico. Los sacramentos no son “material simbólico”, su administración no es producción, su recepción no es consumo. Los sacramentos son dones de Dios, nadie los “produce”, todos recibimos en ellos la gracia de Dios, los signos del amor eterno. Todo esto está por encima de cualquier producción, por encima de todo hacer y fabricar humano. La única medida correspondiente a la grandeza del don es la máxima fidelidad a la voluntad del Señor, según la cual seremos juzgados todos -sacerdotes y laicos- siendo todos “siervos inútiles” (Lc 17, 10).

Ciertamente, el peligro de abusos existe siempre; el problema de cómo pueda garantizarse el acceso de todos los fieles a la plena participación en la vida de la Iglesia y en su fuente, esto es, en la vida del Señor, se plantea siempre. Pero interpretar la realidad de los sacramentos, de la jerarquía de la palabra y de toda la vida de la Iglesia en términos de producción y de consumo, de monopolio, de expropiación, conflicto con el bloque hegemónico, ruptura y ocasión para un mundo asimétrico de producción equivale a subvertir la realidad religiosa, lo que, lejos de contribuir a la solución de los verdaderos problemas, lleva más bien a la destrucción del sentido auténtico de los sacramentos y de la palabra de la fe.

 El profetismo en la Iglesia 

El libro “Iglesia: Carisma y Poder” denuncia a la jerarquía y a las instituciones de la Iglesia (cf. págs. 65-66, 88, 239-240). Como explicación y justificación de tal actitud reivindica el papel de los carismas y en particular del profetismo (cf. págs. 237-240, 246-247). La jerarquía tendría la simple función de “coordinar”, de “favorecer la unidad y la armonía entre los varios servicios”, de “mantener la circularidad e impedir toda división y superposición”, descartando, pues, de esta función “la subordinación inmediata de todos los jerarcas” (cf. pág. 248).No cabe duda de que el Pueblo de Dios participa en la misión profética de Cristo (cf. Lumen gentium, 12); Cristo realiza su misión profética no sólo por medio de la jerarquía, sino también por medio de los laicos (cf. ib., 35). Pero es igualmente claro que la denuncia profética en la Iglesia, deber ser legítima, debe estar siempre al servicio de la edificación de la Iglesia misma. No sólo debe aceptar la jerarquía y las instituciones, sino también cooperar positivamente a la consolidación de su comunión interna; además, el criterio supremo para juzgar no sólo su ejercicio ordenado, sino también su autenticidad pertenece a la jerarquía (cf. Lumen gentium, 12). 

Conclusión 

Al hacer público todo lo anterior, la Congregación se siente también obligada a declarar que las opiniones de L. Boff aquí analizadas son tales que ponen en peligro la sana doctrina de la fe, que esta misma Congregación tiene el deber de promover y tutelar.El Sumo Pontífice Juan Pablo II, durante la audiencia concedida al infrascrito Prefecto, aprobó la presente notificación, decidida en la reunión ordinaria de esta Congregación, y ordenó su publicación.

Roma, en la sede de la Congregación para la Doctrina de la Fe, 11 de marzo de 1985. 

Cardenal Joseph Ratzinger, Prefecto 

Alberto Bovone, arzobispo titular de la Cesarea di Numidia, Secretario

[Accion, 107]

Injusta distribución de los bienes

 Aumento de la desigualdad en el mundo 

“El pastel sigue creciendo, pero la parte que se llevan los ricos es cada vez mayor. La producción mundial de bienes y servicios ha venido creciendo de manera ininterrumpida desde principios de este siglo. El crecimiento medio del producto interior bruto mundial ha rondado el 4 % durante los tres últimos años. Pero el crecimiento económico mundial no está sirviendo para que disminuya la pobreza y la desigualdad.

Según un reciente estudio del FMI, la parte del pastel de la riqueza que le toca al trabajo en las economías desarrolladas, se ha venido reduciendo en los últimos 20 años. En la Unión Europea de los 15 el declive de la participación de los trabajadores ha sido leve, del 61,6 % al 57,6 %, pero en algunos países, como España, la reducción ha sido mayor, descendiendo del 62 % de 1992 al 54,4 % de 2005[1].

Una de las explicaciones vincula el fenómeno a la globalización, que permite a las empresas sustituir con mayor facilidad el trabajo nacional por el extranjero. En España, en donde la llegada de inmigrantes ha creado empleo precario y mal remunerado, el fenómeno es bien visible. Mientras los beneficios empresariales aumentaron un 73 % entre 1999 y 2006, el salario medio de los españoles perdió el 4 % del poder adquisitivo en la década que va desde 1995 a 2005.

Sin embargo, como opina el catedrático Vicenc Navarro, se está exagerando el papel de la globalización como causa del crecimiento de las desigualdades. Los países más globalizados en la UE, como Suecia, Dinamarca y Finlandia, son también los que tienen menos desigualdades. Tienen Estados de bienestar muy desarrollados, lo que les permite enfrentar exitosamente al reto de la globalización.

La globalización puede fomentar las desigualdades sólo cuando los Estados son débiles.”

(Mañana de Córdoba, 15-7-07)

 [DP, 150]   



[1]  Ámbito Financiero, 28-5-07.

Aplicación de la doctrina

 MAL MENOR EN LAS ELECCIONES POLÍTICAS

VOTAR: ¿OPTATIVO O MORALMENTE OBLIGATORIO?[1] 

Mario Meneghini 

1. Es lugar común en la Argentina la queja sobre el mal funcionamiento del sistema político, y sobre la calidad de la mayoría de  los dirigentes. Por eso, en los últimos años -en especial desde la crisis de 2001- se han lanzado muchos proyectos para intentar mejorar dicho sistema político. El principal problema es que la  misma base teórica en nuestro sistema institucional parte de un principio falso: la soberanía popular, que consiste en conferir al pueblo la atribución ontológica del poder. Esta teoría ha quedado consolidada jurídicamente en nuestra Constitución Nacional con la reforma de 1994. En efecto, el nuevo Art. 37 garantiza el ejercicio de los derechos políticos con arreglo al principio de la soberanía popular. Bidart Campos (1961) demuestra que los supuestos en que se basa esta tesis son científicamente falsos:Es ficción considerar al pueblo como susceptible de representación, y como entidad unificada que confiere mandato; ficción es suponer que el parlamento representa a la totalidad del pueblo; ficción que los actos de los representantes son actos del pueblo; ficción que el pueblo gobierna. 2. Ahora bien, que señalemos los errores en que se basa la legislación vigente, no nos autoriza a abandonar el campo de la vida cívica. En primer lugar, pues la realidad indica que la teoría democrática no es más que una máscara totemística, y la partidocracia -que implica desmentir la teoría- se impone al margen de las elucubraciones y de las normas. Cuando el electorado es convocado a las urnas, participa en una especie de ballotage, para seleccionar de entre los candidatos que han sido previamente postulados por los partidos.En segundo lugar, no es correcto cuestionar un ordenamiento institucional por que sean discutibles sus fundamentos intelectuales (Palacio, 1973). En el plano de las ideas es lícito preferir un régimen político que consideremos el mejor, pero, en toda sociedad se impone, con el tiempo, una forma determinada de selección y reemplazo de los gobernantes. Si esa forma no afecta de manera directa la dignidad humana, y rige de hecho en una sociedad, su aceptación no solamente es lícita, sino incluso obligatoria, con obligación impuesta por la necesidad del bien común...[2].  3. En la Argentina tiene vigencia, desde 1853, un ordenamiento constitucional, que, como se ha dicho (Lamas, 1988) es tributario de una serie de pactos y compromisos en el curso de los acontecimientos políticos nacionales, y rige, desde entonces, con una aceptación pacífica y estable, lo que le confiere legitimidad. Consideramos inaceptable, entonces, la actitud de algunos distinguidos intelectuales de negarse a participar en la vida cívica, por considerar cuestionable la misma Constitución y el sistema electoral que de ella deriva, y promover la abstención como única conducta válida para quienes rechazan la teoría de la soberanía popular[3]. Por el contrario, la obligación moral de participar será tanto más grave, cuanto más esenciales sean los valores morales que estén en juego (Malinas, 1959). Participación en política 4. Luego de esta introducción, podemos abocarnos al tratamiento de la doctrina del mal menor en el proceso electoral. La historia nos muestra que en todas las épocas y en todos los países, el sufragio ha sido utilizado normalmente como instrumento de selección de las autoridades políticas. Es un modo de poner en acto el derecho natural del ciudadano de participar en la vida pública de su sociedad (Martínez Vázquez, 1966). En todos los tiempos y lugares, se han elegido magistrados, reyes, presidentes y hasta dictadores, sin que de ello se derivara necesariamente un mal para la sociedad. Y la forma republicana de gobierno, que fija nuestra Constitución, implica la periódica elección de autoridades, lo que no es objetable moralmente[4], por el contrario, existe la obligación moral de votar, salvo excepciones[5]. 5. Estimamos que, sostener en vísperas de toda elección, que es inútil y hasta una falta moral ejercer el voto, pues todos los candidatos son malos y todos los programas defectuosos, revela una apreciación equivocada de la actividad política. Precisamente en una época histórica caracterizada por problemas sumamente complejos y una gran confusión de ideas, se hace más necesario que nunca acudir a la política para procurar resolver los problemas. Rehusarnos a intervenir en la vida comunitaria porque no nos gusta lo que vemos, equivale a avalar la continuidad de lo existente. Destaca Tomás Moro (1944): Si no conseguís realizar todo el bien que os proponéis, vuestros esfuerzos disminuirán por lo menos la intensidad del mal. 6. Tampoco es correcta la impresión de que la política necesariamente conduce a la corrupción, como afirmaba Lord Acton. Es cierto que el poder es ocasión de peligro moral, lo que ocurre, asimismo, con otras cualidades humanas, como la inteligencia, la cultura, la belleza, la riqueza, lo que no significa que merezcan calificarse de intrínsecamente malas. Puesto que la autoridad ha sido creada por Dios, su ejercicio no puede ser malo en sí mismo[6]. 7. Suele alegarse que la decisión de no participar en un proceso electoral, deviene de una obligación de conciencia. Ahora bien, la conciencia debe estar iluminada por los principios y ayudada por el consejo de los prudentes. No es posible identificar la conciencia humana con la autoconciencia del yo, con la certeza subjetiva de sí y del propio comportamiento moral (Ratzinger, 1998)[7]. Por otra parte, como señala el Prof. Tale (2006), el abstenerse de hacer algo por objeción de conciencia es válido, si es la única manera de no afectar el principio en que se funda: no dañar. Y, en muchos casos, la objeción de conciencia no basta para cumplir con el deber moral de participar en la vida comunitaria. Antes de invocar la obligación de conciencia, cada persona debe procurar disponer de la información necesaria para evaluar correctamente a los partidos que se presentan a una elección, así como a los candidatos respectivos. Como ejemplo, podemos citar la última elección presidencial en la Argentina (2003), a la que muchos ciudadanos concurrieron, creyendo que sólo se presentaban cinco candidatos, cuando en realidad fueron dieciocho, de los cuales, por lo menos cuatro no merecían ninguna objeción a quien profese los principios del derecho natural. 8. Como explica Bargallo Cirio (1945): Adecuarse a las circunstancias es sólo contar con ellas para actuar. Para defenderlas o apoyarlas cuando se deba, o para atacarlas, torcerlas o dominarlas, cuando sea necesario. (...) La acción política es antes que nada humilde contacto con la realidad.Criticar la realidad social contemporánea, despreciándola por comparación con alguna forma que existió históricamente, o con un esquema de lo óptimo, implica caer en el utopismo. Es preciso conocer la realidad, tal cual es, antes de intentar mejorarla. No es racional desconocer la fuerza de los hechos. Reconocer que no podemos modificar una situación injusta, no equivale a convalidarla. Tras las ilusiones, vienen las frustraciones, y la conciencia de la miopía padecida conduce, finalmente, a la abominación del objeto, en nuestro caso de la política (Ayuso Torres, 1982).  9. Para cada sociedad política, pueden existir, simultáneamente, tres concepciones del régimen político: el ideal, propuesto por los teóricos; el formal promulgado oficialmente; y el real - o constitución material-, surgida de la convivencia que produce transformaciones o mutaciones en su aplicación concreta. De modo que negarse a reconocer una constitución formal, implica, a menudo, enfrentarse con molinos de viento, limitándose a un debate estéril, porque, además, no se tiene redactada la versión que se desearía que rigiera.Por eso, como enseña Pablo VI: La apelación a la utopía es con frecuencia un cómodo pretexto para quien desea rehuir las tareas concretas refugiándose en un mundo imaginario. Vivir en un futuro hipotético es una coartada fácil para deponer responsabilidades inmediatas[8].La Constitución Nacional (Art. 38) reserva la postulación de candidatos a cargos públicos electivos, a los partidos políticos, por lo que la única forma de participar en la vida cívica es a través de los mismos, ya sea incorporándose a uno, creando uno nuevo, o simplemente votando por el más afín. Aplicación del mal menor 10. Afirma Santo Tomás que: Cuando es forzoso escoger entre dos cosas, que en cada una de ellas hay peligro, aquélla se debe elegir de que menos mal se sigue[9]. Por cierto que nunca es lícito, ni aún por razones gravísimas, hacer el mal para conseguir el bien, es decir, hacer objeto de un acto positivo de voluntad lo que es intrínsecamente desordenado, pero sí es lícito tolerar un mal moral menor a fin de evitar un mal mayor o de promover un bien más grande[10].Aplicando la doctrina, al tema eleccionario, el Prof. Palumbo (2004) explica que: “En el caso concreto de una elección, al votarse por un representante considerado mal menor, no se está haciendo el mal menor, sino permitiendo el acceso de alguien que posiblemente, según antecedentes, lo hará”.                     11. En ocasiones, el ciudadano no tiene la posibilidad de elegir entre varios partidos, pues ninguno le ofrece garantías mínimas, al presentar plataformas que permiten prever acciones perjudiciales para la sociedad, o declaraciones de principios que contradicen la ley natural. En esos casos, tiene el deber de abstenerse de votar. Pero no es habitual que no haya ningún partido aceptable; por lo tanto, aunque no le satisfaga totalmente, debe votar al partido que parezca menos peligroso. Al proceder así, no está avalando aquellos aspectos cuestionables de su plataforma, sino, simplemente, eligiendo el mal menor (Haring, 1965).             Voto útil            12. A menudo se exhibe, incorrectamente, al llamado voto útil, como ejemplo de mal menor. El voto útil consiste en que el elector otorgue su voto a un partido que tiene posibilidades de ganar, aunque no sea el que más le atrae, para que el voto no se desperdicie. Este enfoque pragmático tiene ribetes de exitismo, cuando no de cobardía. El mal menor no se vincula con el maquiavelismo político, que admite hacer un mal para obtener un bien, lo cual es siempre ilícito. El mal menor consiste en tolerar un mal, no realizarlo. Un caso típico es el de la ley seca, en Estados Unidos; la experiencia indicó que prohibir el consumo de alcohol era más perjudicial que tolerarlo.          Votar un partido que carece de posibilidades de obtener ni siquiera una banca de concejal, no es una acción inútil. Si el partido satisface las expectativas, pues defiende principios sanos y presenta una plataforma que convendría aplicarse, y/o postula a dirigentes capaces y honestos, merece ser apoyado. El voto, en este caso, servirá de estímulo para quienes se dedican a la política en esa institución, les permitirá ser conocidos, y facilitará una futura elección con mejores perspectivas.              El concepto de cleavage            13. Los politólogos utilizan el concepto de cleavage, entendido como línea divisoria entre las distintas opciones electorales, ya que el análisis de los sufragios emitidos muestran que la mayoría de los electores deciden su voto en base a cuestiones concretas evaluadas según su posición previa respecto de ellas (Paramio, 1998). Si bien es admisible que el voto esté influenciado por el grupo social de pertenencia, es falso que sean los intereses quienes determinen las preferencias electorales, pues éstas nunca son unidimensionales. Normalmente, los electores votan al partido que se aproxima más a sus propias preferencias, de acuerdo a las propuestas de la plataforma respectiva. De allí que pueda estimarse que se da una relación de identificación entre los electores y un partido, que los lleva a apoyarlo por considerar que es una opción satisfactoria, en base a los antecedentes, en cuanto a los programas y los candidatos. Esta identificación representa un estímulo para superar la tendencia al abstencionismo o a pensar que todos los políticos son iguales.           Sin embargo, en vísperas de una elección cada partido debe definir posiciones sobre múltiples temas, siendo difícil que el ciudadano pueda compartir lo que se propone en todos ellos. La identificación, entonces, se acentúa en algunas cuestiones que cada persona considera más relevantes según su escala de valores. La forma en que se pronuncien los partidos sobre dichas cuestiones termina de decidir el voto en cada ocasión.                          14. Se ha dicho que la clásica división de izquierda y derecha, se mantiene aunque con otro contenido, y acota Hernández (2001) -en referencia a la vida práctica jurídica- que la divisoria  en las ideas pasa hoy por las oposiciones: individualismo-solidarismo y cultura de la muerte-cultura de la vida. Agrega Tale (2006), que es necesario defender un derecho natural completo, para no limitarnos a la protección de la vida, descuidando las cuestiones económicas y políticas donde también debe cumplirse el orden natural.En el último documento del Magisterio Pontificio -Sacramentum Caritatis- se señala  la grave responsabilidad social de decidir correctamente, cuando están en juego valores que no son  negociables:                                    -Defensa de la vida humana, desde su concepción hasta su fin natural;                  -La familia fundada en el matrimonio entre hombre y mujer;                  -La libertad de educación de los hijos;                  -La promoción del bien común en todas sus formas[11]. Esta orientación puede servir de guía para el análisis de las plataformas electorales y decidir el voto, ya que se concentra en los temas esenciales.                             Opción electoral              15. En base a lo expuesto, la opción electoral no resulta tan difícil, puesto que nuestra adhesión a los principios, y la información recopilada, nos van a  indicar el camino correcto entre las distintas posibilidades: 1. Anular el voto: no resulta una opción válida, en ningún caso, y denota una actitud infantil de desquite imaginario contra los malos dirigentes. 2. Votar en blanco: debe distinguirse entre dos aspectos:        a) parcial: es decir, votar en blanco, para algunos niveles de gobierno o determinados cargos; esto es admisible, en muchas elecciones.      b) total: el voto en blanco para todos los cargos y niveles, únicamente puede admitirse en casos excepcionales, cuando todos los partidos y candidatos  resulten inaceptables o peligrosos. Si tenemos en cuenta que en este año electoral, habrá que votar por cargos agrupados en 9 o 10 boletas, y optar entre una docena de partidos o frentes, según el distrito, es prácticamente imposible que no haya ningún candidato aceptable. 3. Abstenerse: si se da la situación descripta anteriormente, esta opción parece más lógica que concurrir al comicio para introducir en la urna un sobre vacío. Consideramos, que en la Argentina, hubo un sólo caso justificable para la abstención -o el voto en blanco total-, que fue la elección de convencionales constituyentes de 1957.    Es inaceptable esta opción cuando está en juego una decisión crucial para la comunidad. Un ejemplo reciente ilustra al respecto: en el referéndum sobre el aborto, realizado en Portugal, el 56 % de los ciudadanos se abstuvo; esto permitió que los partidarios del aborto obtuvieran la mayoría de los votos positivos, y si bien no se alcanzó el mínimo legal requerido, el gobierno quedó fortalecido y pudo aprobar la ley respectiva en el Parlamento. 4. Voto positivo: puede desagregarse esta opción en varias alternativas:        1. Votar por un partido que satisface íntegramente, para todos los niveles.      2. Votar a varios partidos simultáneamente, seleccionando los mejores candidatos en cada caso.         3. Votar a un partido y/o candidato, pese a merecer objeciones, aplicando la doctrina del mal menor.            Conclusión La participación en la vida cívica incluye varias acciones, pero el modo más simple y general de participar en un sistema republicano, es el ejercicio del voto, y ninguna causa justifica el abstencionismo político pues equivale a no estar dispuesto a contribuir al bien común de la propia sociedad. Si, como afirma Aristóteles, es imposible que esté bien ordenada una polis que no esté gobernada por los mejores sino por los malos[12], resulta imprescindible la participación activa de los ciudadanos para procurar seleccionar a los más aptos y honestos para el desempeño de las funciones públicas. Consideramos que en esta compleja actividad, resulta necesario utilizar la antigua doctrina del mal menor, como aplicación concreta de la virtud de la prudencia que debe regir la acción política. ..........0..........   Referencias: Ayuso Torres, Miguel (1982). “La política como deber: sentido y misión de la caridad política”; en: “Los católicos y la acción política”; Actas de la XX Reunión de Amigos de la Ciudad Católica, Madrid, Speiro, pág. 353. Bargallo Cirio, Juan M.(1945) “Ubicación y proyección de la política”; Buenos Aires, Colección ADSUM, Grupo de Editoriales Católicas, págs. 45/46. Bidart Campos, Germán José (1961). “Doctrina del Estado democrático”; Buenos Aires, EJEA, pág. 186. Haring (1965). “La ley de Cristo. La teología moral expuesta a sacerdotes y seglares”; Barcelona, Herder, t. II, págs. 124/134). Hernández, Hector H. (2001). “Interpretación, principios y derecho natural”; cit. p.: Tale, op. cit., pág. 11. Lamas, Félix Adolfo (1988). “La Constitución Nacional. Sus principios de legitimidad y su reforma”; en: Moenia, Nº XXXIII, págs. 11/40. Malinas-Unión Internacional de Estudios Sociales (1959). “Código de Moral Política”; Santander, Sal Terrae, pág. 91. Martínez Vázquez, Benigno (1966). “El sufragio y la idea representativa democrática”; Buenos Aires, Depalma, págs. 20, 25, 31. Moro, Tomás (1944). “Utopía”; Buenos Aires, Sopena Argentina, pág. 64. Palumbo, Carmelo (2004). “Guía para un estudio sistemático de la Doctrina Social de la Iglesia”; Buenos Aires, CIES, pág. 150. Paramio, Ludolfo (1998). “Clase y voto: intereses, identidades y preferencias”; Ponencia presentada en el VI Congreso Español de Sociología, A Coruña, 24/26-9-1998 (tomado de: www.iesam.csic.es/doctrab1/dt-9812.htm) Ratzinger, Joseph (1998). “Verdad, valores, poder. Piedras de toque de la sociedad pluralista”; Madrid, Rialp, pág. 54. Tale, Camilo. “La lucha por el Derecho Natural verdadero y completo”; en: El Derecho, Serie Filosofía del Derecho, Nº 11.539, 28-6-06, págs. 11 y 12.   



[1]  Exposición en Simposio de Filosofía Política (15-6-07), en  el I Congreso Nacional de Filosofía del Derecho y Filosofía Política y IV Jornadas Nacionales de Derecho Natural, San Luis.

[2]  León XIII, “Au millieu des sollicitudes”, p. 22 y 23. “Juzgamos innecesario advertir que todos y cada uno de los ciudadanos tienen la obligación de aceptar los cambios constituidos y que no pueden intentar nada para destruirlos o para cambiar su forma”, id., p.17.

[3]  “Porque quien pone un voto positivo se hace cómplice avalando el resultado electoral, y al incurrir en lo que los teólogos nombran como cooperación activa al mal, su fe viva no está puesta en Dios sino en la soberanía popular”: Gelonch Villarino, Edmundo. “La secta imperante y la debilidad mental”; en: Centros Cívicos Patrióticos, noviembre de 2002, p. 8.

[4]  “Si un pueblo es razonable...es bueno promulgar una ley que permita a ese pueblo darse a sí mismo los magistrados que administran los asuntos públicos”: San Agustín, cit. por Santo Tomás, Suma Teológica, I-II, 97, 1.

[5]  “Recuerden, por tanto, todos los ciudadanos el derecho y al mismo tiempo el deber que tienen de votar con libertad para promover el bien común” (Constitución Gaudium et Spes, p. 75).

[6]  “Por consiguiente, es necesaria en toda sociedad humana una autoridad que la dirija. Autoridad que, como la misma sociedad, surge y deriva de la Naturaleza, y, por tanto, del mismo Dios, que es su autor”; León XIII, Inmortale Dei, p. 2.

[7]  “No se ha de oponer la conciencia personal y la razón a la ley moral o al Magisterio de la Iglesia”; Catecismo de la Iglesia Católica, p. 2039.

[8]  Pablo VI. “Octogesima adveniens”, p. 37.

[9]  Santo Tomás de Aquino. “Del gobierno de los príncipes”; Buenos Aires, Editorial Cultural, 1945, Vol. 1ro., p. 35.

[10]  Pablo VI. Carta Encíclica “Humane Vitae”, 25-7-1968.

[11]  Benedicto XVI. Exhortación Apostólica Postsinodal “Sacramentum Caritatis”, 22-2-07, p. 83.

[12]  Aristóteles. “Política”; Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1983, pág. 182.

El desvelo presidencial por controlar el dólar 

“Que alguien haga algo para luego deshacerlo, como Penélope con su tejido, no es una tarea que la razón entienda de inmediato. Si por esa rareza, además, se paga, la conducta se vuelve más incomprensible todavía. Sin embargo en la política monetaria del Gobierno se verifica esta extraña dinámica. El Banco Central emite pesos para comprar dólares y después pide prestados casi todos esos pesos que emitió. A esta segunda operación se la llama esterilización. Martín Redrado esteriliza lo que él mismo hace. En el camino, es probable que empiece a perder plata. ¿A qué obedece este aparente sinsentido? A uno de los imperativos principales del Gobierno: mantener alto el tipo de cambio.

En la Argentina rige hoy una nueva convertibilidad. No está basada, como la anterior, en una ley. Esta se funda en la voluntad de Néstor Kirchner. El 3 a 1 es una viga maestra de su sistema de poder. Una viga que hace cada vez más esfuerzo por sostener el edificio.”

“Ya que el dólar se mantuvo caro, el Tesoro pudo justificar las retenciones a las exportaciones. Benditas retenciones: gracias a ellas la caja siempre se mostró generosa. Así se pueden subsidiar el transporte y la energía, precios baratos que se le obsequian a la clase media urbana, vaca sagrada del oficialismo. Además, esos ingresos especiales no se coparticipan, lo que permite tener a raya a los gobiernos de provincia, con premios o castigos presupuestarios según sea su alineamiento político. Tres a uno es retenciones, retenciones es caja y caja es subsidios y control político. Kirchnerismo básico.”

“Por cada dólar que compra, el Central se endeuda en 70 centavos de la misma moneda. Un 40 % de las reservas de las que se ufana el Gobierno no le pertenecen.Están alquiladas a través de la emisión de Lebac. Y el precio de ese alquiler es cada vez más caro: en números redondos, unos 5.000 millones de pesos por año. Casi lo mismo que obtiene el Central por la colocación de todas sus reservas en el exterior; unos 6.000 millones de pesos.”

(La Nación, Carlos Pagni, 28-5-07) 

Cambios en la formación militar 

“El Gobierno se dispone a la zar en agosto una amplia reforma de la educación militar; que abarca a las tres fuerzas y que contempla la incorporación de materias humanísticas -entre ellas, derechos humanos- y de docentes de universidades nacionales, y una modificación en la selección de los instructores. Buscamos una reforma no sólo curricular, sino también cultural, explicó Martín Gras a los senadores de la Comisión de Defensa el martes pasado. Gras, un asesor técnico que reporta a la Secretaría de Derechos Humanos y que estuvo dos años detenido en la ESMA durante el Proceso, quedó a cargo del cambio en la educación de los militares, como referente principal de una comisión formada el año pasado por el ministerio de Defensa.

Otras nuevas asignaturas que se dictarán en el Colegio Militar, la Escuela Naval y la Escuela de Aviación Militar (los tres institutos de formación de oficiales de las Fuerzas Armadas), son derecho constitucional y relaciones internacionales, esta última orientada a fomentar la unión latinoamericana. La materia historia argentina será reformada porque estaba desactualizada, señaló Gras.

(La Nación, 28-5-07) 

Un ministerio fracturado 

“Es en las acciones concretas y no en los discursos donde puede comprenderse en toda su amplitud la capacidad estratégica de un político en sus responsabilidades ejecutivas.Las acciones concretas del Ministerio de Defensa marcan una profunda división interna. Prácticamente conviven en el imponente Edificio Libertador dos áreas bien diferenciadas que hasta llegan a recelarse entre sí. El área de la defensa propiamente dicha, en la que Garré aparece como imagen central y busca resolver los problemas estructurales de las Fuerzas Armadas, y el área de los derechos humanos, que, a estas alturas de la gestión, parece gozar de clara autonomìa y que ha llegado a contraponerse a decisiones de la ministra.”

“Y Garré se llevó la peor de las sorpresas: se enteró in situ de que la muestra para evocar los 25 años del conflicto bélico del Sur incluía un soldado estaqueado.”

“La reformulación del sistema educativo militar deja en claro, como muy pocos otros proyectos, la fractura en dos del Ministerio de Defensa. El área de derechos humanos, que revisó y planteó los cambios educativos, decidió desarticular el corazón mismo del espíritu de la formación militar: tendrá a su cargo la selección de los oficiales que instruirán en destrezas castrenses a los cadetes. Son esos oficiales los que transmiten de generación en generación los valores que consideran propios de cada especialidad. Y, además, retrocederán un paso más de los dados para alejarse de la sociedad extra OTAN que el país tiene con los Estados Unidos desde mediados de los años 90, que permitió salir al mundo en misiones de paz elogiadas por propios y ajenos. Se pondrá foco en el estudio político de América latina.

¿Se habrá medido el impacto de volver a introducir en los cuarteles el debate político que tantos dolores ha ocasionado al país? Esta respuesta no podrá darse en lo inmediato. Formar un oficial requiere bastante tiempo más que un período presidencial y tiene un objetivo estratégico superador de la política coyuntural.”

(La Nación, María Elena Polack, 28-5-07) 

Consejo oficial: comprarle a Chávez

 “Quien empezó la discusión fue Rosario Sica, presidenta de la Federación de Empresarios de Combustibles de la República Argentina.Propietaria de una estación de servicio Esso en el barrio de San Telmo, Sica se quejaba ayer de que existiera hoy menor importación de gasoil, algo que aviva el faltante, y soltó, en conversación con LA NACIÓN: El único lugar desde donde se puede importar sin impuestos es desde Venezuela. Antes se podía importar desde cualquier lado. Pero ¿sabe lo que pasa? ¡El gasoil de Chávez está lleno de azufre y revienta los motores! ¿No vio la lluvia de azufre que hay?

Así lo dispone, en rigor, la resolución 299, emitida por la Secretaría de Energía el 7 de marzo pasado. [...] b) los interesados deberán explicitar si, para los efectos de tales importaciones, harán uso de los esquemas de fideicomiso vigentes en el marco del convenio integral de cooperación entre la República Bolivariana de Venezuela y la República Argentina.”

(La Nación, 28-5-07)

DP, 139

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 POR QUÉ LA VERDADERA GUERRA ESTÁ DENTRO DEL ISLAM

Sandro MAGISTER 

Cinco meses después del viaje de Benedicto XVI a Turquía y catorce meses después del asesinato del sacerdote católico Andrea Santoro en una iglesia de Trebisonda, tres cristianos presbiterianos han sido degollados en la ciudad turca de Malatya, culpables de imprimir unas Biblias con su pequeña casa editorial. Pero las crónicas de estos últimos meses han puesto al descubierto que los enemigos contra los que se abalanza el Islamismo radical ciertamente son los cristianos, Occidente e Israel, pero antes lo son los regimenes musulmanes considerados traidores y apostatas. En la agenda de Benedicto XVI, el 4 de mayo, está anotada una audiencia con Mohammad Khatami, presidente de Irán del 1997 al 2005. Khatami es clasificado generalmente entre los exponentes “moderados” del islamismo chiíta. Tomará parte en un congreso en Roma, en la Pontificia Universidad Gregoriana sobre el tema: “Diálogo intercultural, un desafío para la paz”. Sin embargo, el modelo político al cual él se adhiere es el establecido por la revolución religiosa de Khomeini, que por cierto no es “moderada”.

En el Islam chiíta, la corriente revolucionaria de corte khomeinista – en Irán, en Irak y en el Líbano con Hezbollah – tiene como principal oponente a la tendencia “quietista” que tiene por jefe a la máxima autoridad de los lugares santos iraquíes de Najaf y Kerbala, el gran ayatollah Ali Sistani, según el cual el poder político debe ser ejercitado no por los jefes religiosos sino por laicos democráticamente elegidos. En Irak el conflicto entre las dos tendencias no es sólo teórico, sino también político y militar. Y se suma al más profundo, insanable conflicto que desde hace siglos divide el mundo musulmán entero entre chiítas y sunitas. Además, también en el campo sunita hay guerra. Los últimos atentados suicidas llevados a cabo por Al Qaeda y por los grupos terroristas afines han golpeado casi todos a países musulmanes causando víctimas musulmanas.

En Afganistán, el secuestro del reportero italiano Daniel Mastrogiacomo, de su chofer y de su intérprete terminó con la liberación del primero y con la muerte de los otros dos, ambos musulmanes. En el siguiente comentario se explica el por qué. La nota salió el 11 de abril del 2007 en “la Repubblica”, el importante diario italiano del que Mastrogiacomo es reportero. El autor, Khaled Fouad Allam, musulmán observante de origen argelino, ciudadano italiano y profesor en la universidad de Trieste y de Urbino, es un gran experto del pensamiento y de la historia del Islam y ha estado entre los primeros en expresar aprecio por la lección pronunciada por Benedicto XVI en Ratisbona. 

 Un Islam totalitario, por Khaled Fouad Allam  

¿Qué hay de especial en Afganistán, más allá de la posición estratégica de este país, que hace que en él la fractura creada al interior del Islam sea tan profunda? ¿Por qué Al Qaeda nació precisamente allí y no en otra parte, más allá de las circunstancias que le han permitido desarrollarse? La línea de fractura que atraviesa el Islam afgano permite intuir por qué, por ejemplo, entre el reportero italiano Daniele Mastrogiacomo y su joven interprete afgano Adjmal Nashqbandi, ambos secuestrados el pasado marzo, el primero fue liberado y el segundo, en cambio, asesinado.  El nombre de familia del intérprete revela todo un mundo: un mundo que ha contribuido a la formación del Islam, desde el Afganistán al Asia central.

En el mundo islámico el nombre de familia (nisba) generalmente se forma a partir del lugar de origen de la tribu o del grupo religioso al que se pertenece. En el caso de Nashqbandi el origen está en la Nashqbandiya, una de las más importantes confraternidades religiosas del Asia central fundada por Mohammed Barahuddin Nashqbandi (1318-1389), que tiene en la ciudad de Bukhara su centro espiritual, pero que se ha difundido en toda el Asia central hasta el Cáucaso. Sus seguidores profesan un Islam sufí, por tanto de tipo místico, a veces llamado esotérico o paralelo, un Islam pacífico y tolerante en total antítesis con el Islam profesado e impuesto por los talibanes. Este último ha producido una forma destructiva del wahabismo, que en mi opinión se sale de la definición de “fascismo islámico”, y más bien encarna un totalitarismo de tercera generación. El centro neurálgico de la guerra dentro del Islam se coloca precisamente en esa línea limítrofe entre un Islam abierto y liberal y un Islam totalitario. 

 En el secuestro de Daniel Mastrogiacomo y de su intérprete Adjmal Nashqbandi, probablemente el origen de este último ha favorecido el trágico resultado de la historia: para los talibanes el mundo sufí representa el adversario por excelencia, que tiene que ser combatido y eliminado, precisamente porque el Islam místico contiene en sí la alternativa al Islam político. El relato del cautiverio de Daniele Mastrogiacomo ha sido quizá una de las primeras observaciones científicas del universo mental talibán. La oposición ritual entre puro e impuro – que se traduce por ejemplo en el no tocar el alimento o los objetos de un occidental – es significativa no sólo de una actitud religiosa sino de un orden político que se basa en la dicotomía entre el bien y el mal: el Islam opuesto al Occidente, el califato o el emirato a la democracia, los hombres a las mujeres.

Recuérdese que el régimen talibán definía a Afganistán como un emirato.  Los talibanes son el producto de la actual fractura entre un Islam totalizador y un Islam abierto. Ellos han encontrado en el wahabismo árabe de la escuela coránica de Deoband, fundada en Nueva Delhi a fines del siglo XIX, su punto de partida ideológico, para a continuación convertirlo en la ideología de los Pashtun, más de 12 millones de personas entre Afganistán y Pakistán.  ¿Por qué precisamente los Pashtun, y no otra tribu, se han hecho portadores del wahabismo en esa zona? Porque ellos son la única tribu del lugar que reivindica una genealogía árabe: Wazir, uno de sus antepasados que da nombre a la provincia pakistaní de Waziristán, era originario de la península arábica. El wahabismo, nacido en el siglo XVIII en el contexto árabe, ha funcionado como aglomerante para gran parte de esta tribu. Al Qaeda comprendió perfectamente que se podía hacer un experimento político con el fenómeno talibán, un laboratorio del que el Islam político podía aprender para arrastrar consigo a todo el mundo musulmán.

Es pues una batalla de significados la que se está desarrollando en Afganistán; y de su resultado dependerá la suerte de gran parte del mundo musulmán. Pero Afganistán no puede ser visto solamente a través del prisma de los Pashtun y de los talibanes, porque es otra cosa, como revela el nombre de origen del desafortunado Adjmal Nashqbandi. No muy lejos de Herat está la tumba de Abdullah Ansari, uno de los más grandes místicos afganos, que escribió en el siglo XI: “¡Oh, Dios mío! ¿Qué has hecho por tus amigos? Quien te busca te encuentra, pero hasta que no te ve no los reconoce”. 

(Bitacorapi, 6-5-07) 

[DP, 136]

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Corrupción

Situación del Gobierno Nacional 

“El caso Skanska ha expuesto a la superficie el sistema oscuro y enrevesado, de manejo de enormes recursos financieros del Estado. Precios que se elevan con la velocidad de los pájaros; empresas que confiesan, en conversaciones grabadas, que debían aceptar ese método o resignarse a no hacer nada, y funcionarios que saltan por la ventana, echados por decretos de apuro,  mal escritos.”

“Las cintas con grabaciones de conversaciones de Skanska cerraron, de manera casi perfecta, el círculo de la sospecha judicial; no han sido, si son, el único elemento en manos de la Justicia. Hubo una confesión previa de la propia empresa Skanska de que habían existido pagos indebidos; hubo un intercambio de cartas entre la empresa Techint y el Enargas, en la que aquélla protestaba por el injustificado precio de las obras de ampliación de un gasoducto y pedía declarar desierta la licitación; hubo una carta del Enargas en la que se ordenaba que las obrar se hicieran con esos precios altísimos; hubo facturas truchas compradas para convertir dinero blanco en dinero negro; hubo en los presupuestos de Skanska fondos por unos 20 millones de pesos adosados al rubro imprevistos, que no pasarían por el control de ningún Estado decente del mundo, y hubo hasta una tímida advertencia de la desaparecida Sindicatura General de la Nación (Sigen). Las cintas corroboraron, simplemente, lo que ya se sabía.”

“¿Qué pasará con las otras 23 empresas que compraron facturas truchas, muchas de ellas vinculadas a fideicomisos para hacer más obras públicas? ¿Hay, entonces, un sistema descontrolado para administrar cerca de 5000 millones de dólares en fideicomisos?”

“Nunca hubo un decreto más extravagante que el que firmó Kirchner para echar a Madaro y a Ulloa. La redacción ya es, por sí sola, propia de un aprendiz. Empieza con la primera persona del plural y termina con la primera del singular. El decreto exhibió la necesidad política de acomodar la primera página de los diarios del día siguiente. El Gobierno precisaba que dijeran que el Presidente había relevado a dos funcionarios, y no que éstos habían sido llamados a declaración indagatoria por el juez.”

(La Nación, Joaquín Morales Solá, 20-5-07) 

“Para medir el arco táctico del Presidente, bastaría en todo caso con contemplar el vídeo que acaba de producir el periodista López Macías, donde pueden apreciarse, entre otros pasajes igualmente llamativos, los encendidos elogios del entonces gobernador Kirchner al presidente Menem. En verdad, aceptan sus intérpretes favorables, que en Kirchner todo es táctico y nada es estratégico.”

“Se dirá que este rasgo absolutamente pragmático de su carácter lo muestra como un operador desaprensivo, carente de grandes principios y de grandes metas, pero es indudable que también le otorga una extraordinaria elasticidad de acción en dirección de lo único que en verdad le importa: retener el poder. Lo que es mejor para Kirchner, empero, ¿será siempre mejor para la Nación? Cuando Ortega y Gasset definió la nación como proyecto sugestivo de vida en común, no se limitó a los proyectos personales de los poderosos.”

“Un proyecto cuya ausencia quizás explica, más aún que los exabruptos de nuestro Presidente, la crispación actual de los argentinos.”

(La Nación, Mariano Grondona, 20-5-07) 

DP, 136

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Detrás de la estadística

 Los índices y la cuestión social

Rosendo Fraga 

“En cinco años, la Argentina ha logrado bajar la pobreza del 54 al 27 % y el desempleo del 22 al 9 %. Es un logro indiscutible, y se corresponde con cinco años consecutivos de un fuerte crecimiento de la economía. Sin embargo, esta mejora tiene una contracara que es necesario asumir. En primer lugar; aunque parezca un detalle, cuando se modifican índices del indec no sólo se alteran datos económicos -como la tasa de inflación-. sino que también se están modificando los datos sociales. Es que siendo el precio de los alimentos el indicador más relevante para determinar los niveles de pobreza e indigencia, éstos aparecen como inferiores a los reales.

Posiblemente, sin estas alteraciones el índice de pobreza en la Argentina no sería del 27 %, sino aproximadamente del 33 %. De tratarse del primer porcentaje, es necesario asumir que el 40 % de los menores de 14 años está viviendo bajo el nivel de pobreza, y si se trata del segundo porcentaje, lo está el 48 %, por la sencilla razón de que, en ambos casos, las familias que viven en la pobreza tienen un nivel de natalidad más alto que las que están fuera de ella. En un caso, se trataría de la mitad, y en el segundo, de dos de cada cinco menores de 14 años que están viviendo bajo el nivel de pobreza.

Paralelamente, estos niños se educan, en su gran mayoría, en la escuela pública. Una ley de 2002 establece un mínimo obligatorio de 180 días de clases, que es bajo en términos internacionales. Sin embargo, desde la vigencia de esta norma, por tres años consecutivos, tres de cada cuatro niños que se educan en la escuela pública no han llegado a dicho mínimo...”

“Queda así claro que, a mayor pobreza, peor calidad de educación.”

“El análisis en conjunto del nivel de pobreza de los menores de 14 años -la baja calidad de la educación y la salud pública que tienen, y el fenomenal aumento del consumo de las drogas más baratas en los jóvenes- está diciendo que, pese a la recuperación económica, la reconstitución del poder político y la mejora en los indicadores sociales, se está gestando un segmento de pobreza estructural o permanente, que afectará en el largo plazo a un tercio de la población, más allá de las mejoras estadísticas.”

(La Nación)

[DP, 135]          

Críticas al Papa

La exhortación Sacramentum Caritatis.

Estrategia y táctica del progresismo y la iniquidad enmascarada 

Alberto Caturelli

 1. Estrategia y táctica del “espíritu del mundo” 

La exhortación apostólica Sacramentum Caritatis fue promulgada por el Santo Padre Benedicto XVI el 22 de febrero de 2007.Los diarios de las primeras semanas de marzo, en sus títulos y crónicas permiten identificar el “espíritu del mundo” interesado solamente en lo “sensacional” que pudiera dañar, horadar o desprestigiar a la Iglesia Católica. Al mismo tiempo es interesante analizar las reacciones de personajes de entreCasa en las que puede percibirse la interpretación sin compromiso, la sordina aplicada a toda la composición, la sordera respecto de lo “dicho”, el velamiento progresivo de lo develado. Ante el gran documento, terriblemente vinculante, algunos se desvinculan manifestando que  no hay sorpresa, que era lo esperado (sobre todo de Ratzinger!), que es un intento de recuperar la tradición, que –después de todo- el documento aunque refleja el pensamiento del Papa “es el producto del trabajo en el sínodo de Obispos, que se hizo hace dos años”; que el documento, dice el titular de un diario, tiene “el sello de Ratzinger”…

Pero lo mejor es un silencio que se puede “oír”. Desde hace mucho tiempo, detrás de esta malla de innumerables hilos, existe una estrategia no declarada y una táctica móvil aplicable a cada circunstancia. La estrategia, término de origen castrense, es el arte de dirigir las operaciones y se identifica con un plan inmutable que tiene también un fin inmutable. Como lo denunciaba hace un siglo San Pío X ”traman la ruina de la Iglesia, no desde fuera, sino desde dentro”; según el gran Papa Santo, el plan se aplica “a la raíz misma” de la Iglesia (Pascendi,3). La estrategia, ciertamente diabólica, es inmutable en su propósito esencial. La táctica, compuesta de “reglas” o procedimientos que orientan las operaciones (a veces hábilmente disimuladas para lograr el fin) es cambiante, dinámica. San Pío X habla de “una táctica…insidiosa” que caracteriza a los modernistas y que consiste “en no exponer jamás sus doctrinas de un modo metódico”. El “teólogo” progresista habla por sí mismo, es “creador” y las “originalidades” doctrinarias son casi tantas como el número de “teólogos” y de “opinadores” esparcidos por todas partes. La estrategia es siempre la misma –desde el seno de los Doce con el primer traidor- hasta el fin de los tiempos. La táctica es cambiante, “insidiosa” y asi será hasta el fin de la historia.En medio de esta “tensión” cargada de misterio, se promulga la exhortación apostólica. 

2. El contenido esencial de la Sacramentum Caritatis 

La primera línea del documento recuerda  que la Eucaristía “es el don que Jesucristo hace de si mismo”, su “infinita humildad” y su amor también infinito porque tanto nos amó que nos hizo “el don de su cuerpo y de su sangre”; de ahí la colaboración litúrgica que nos obliga a “leer los cambios indicados por el Concilio dentro de la unidad que caracteriza el desarrollo histórico del rito mismo, sin introducir rupturas artificiosas”.Se trata del misterio que se ha de creer, que se ha de celebrar y que se ha de vivir. En cuanto a lo que se ha de creer, es el “misterio de la fe” por excelencia que supera toda comprensión humana; pan “que baja del cielo y da la vida al mundo haciéndonos partícipes de la intimidad trinitaria (I, nº 6,7). La Cena ritual es “conmemoración del pasado y también “memoria profética” anticipando la crucifixión y la victoria de la Resurrección que es cambio radical (nº 9-11). Es lo que hace la Iglesia guiada por el Espíritu Santo revelando “la precedencia no sólo cronológica sino también ontológica del habernos “amado primero” (nº 14). Se iluminan así la sacramentalidad eucarística de la Iglesia, el vínculo íntimo entre Bautismo, Confirmación y Eucaristía y el papel esencial de la Penitencia. Inmersos, hoy, en una (pseudo) cultura que quiere borrar el pecado, favorece esa actitud que lleva a olvidar la necesidad de estar en gracia de Dios para acercarse dignamente a la comunión sacramental (nº 20).

Resalta aquí la relación entre la Eucaristía y el sacramento del Orden (Lc 22,19) en cuya celebración el sacerdote actúa en nombre de toda la Iglesia; invierte su misión el que se pone a sí mismo o sus “opiniones” en primer plano; por el contrario, debe evitar todo lo que pueda dar… la sensación de un protagonismo inoportuno (nº. 23). A esta verdadera configuración con Cristo se asocia íntimamente el celibato sacerdotal cuyo “carácter obligatorio” el Santo Padre reafirma (nº 24). De ahí  la extrema importancia de la formación de los sacerdotes y es grave obligación de los Obispos que deben omitir la ordenación de “candidatos sin los requisitos necesarios” (nº 25). Simultánemente, surge luminosa la íntima relación de la Eucaristía y el Matrimonio que “copia” la santísima e indisoluble unión esponsal de Cristo y la Iglesia. De ahí que sea “una verdadera plaga” la existencia de esposos separados que contraen nuevas “nupcias” (es decir, que viven en adulterio o en concubinato); en ningún caso pueden recibir la Comunión “porque su estado y su condición de vida contradicen objetivamente esa unión de amor entre Cristo y la Iglesia que se significa y se actualiza en la Eucaristía” (nº 29). Es lo que siempre supimos: todo católico que cae en pecado mortal (y se vuelve miembro muerto del Cuerpo Místico) no puede comulgar hasta restaurar la gracia por medio de la confesión sacramental.

La exhortación no podía concluir esta primera parte sin recordarnos que la Eucaristía inaugura objetivamente el tiempo escatológico (nº 31) y su vinculación íntima con María y su “docilidad incondicional” (nº 33). En cuanto a lo que se ha de celebrar, precisamente porque Cristo es el “pan del Cielo” es también una epifanía de la belleza constitutiva de la liturgia. Al recibirLo somos el que recibimos y “Él nos asimila a sí”. De ahí la necesidad de impedir toda separación entre “el arte de celebrar rectamente” y la “participación plena” de los fieles. En punto tan delicado, el liturgo y el modelo es el Obispo quien tiene ante Dios la responsabilidad de que se “respeten plenamente” las reglas del ars celebrandi ( nº 39 y 57); normas, gestos, silencios, movimientos… sobriedad.El “cántico nuevo” del misterio, rechaza que se pueda utilizar “cualquier canto”: se han de “evitar la fácil improvisación” (¡hemos soportado tantas en tantos lugares!) y valorar adecuadamente el canto gregoriano como canto propio de la liturgia romana” (nº 42). Esto es así debido a “la unidad intrínseca del rito de la Santa Misa” (nº 44), la que implica “la necesidad de mejorar la calidad de la homilía” que debe ser preparada con esmero (nº 46); el documento recomienda sobriedad, la conveniencia de moderar algunos gestos como el saludo de la paz (nº 49) y ese tiempo precioso de acción de gracias después de la Comunión: “permanecer recogidos en silencio” (nº 50).

La despedida de la Misa: en el detestado latín se dice Ite, missa est. El documento lo relaciona con el sentido que en latín tiene como misión (nº 51). Cada uno de los miembros del Cuerpo Místico participa de la misionalidad de la Iglesia. Con esa  missio sale del templo y va al mundo.Todo lo dicho implica: necesidad de claridad en la actuación del sacerdote que es “quien preside de modo insustituible” (nº 53); evitar los abusos (nº 54); imposibilidad de dar la comunión a los cristianos no católicos que no están en plena comunión con la Iglesia (nº 56). Además, para mejor expresar la unidad y universalidad de la Iglesia, “exceptuadas las lecturas, la homilía y la oración de los fieles (quisiera recomendar) que igualmente dichas celebraciones fueran en latín; del mismo modo rezar en latín las oraciones más conocidas” (nº 62). La exhortación recomienda a los futuros sacerdotes ¡que aprendan el latín! y que los mismos fieles (como nuestros abuelos) “conozcan las oraciones más comunes en latín y que canten en gregoriano algunas partes de la liturgia”.

Emocionan nuestro corazón católico las líneas dedicadas a la catequesis mistagógica y a la relación entre celebración y adoración (nº 64-69). En cuanto a lo que se ha de vivir, todo está dicho en el texto de San Juan con el cual comienza la tercera parte de la exhortación: ”De la misma manera que Yo, enviado por el Padre viviente, vivo por el Padre, así el que me come, vivirá también por Mí (Jn 6,57). Las palabras que he subrayado muestran que el culto no es desencarnado sino que “nos hace partícipes de la vida divina” (nº 70) de modo absolutamente concreto: en el día del Señor (el domingo) “día de la nueva creación y del don del Espíritu Santo” (nº 73), en nuestra pertenencia total a Cristo en la espiritualidad y en la evangelización de toda cultura; subraya la exhortación la inmensa importancia del Pan del cielo en la espiritualidad sacerdotal (nº 80) y en la “coherencia eucarística” que debe tener nuestra vida (nº 83) manifestada como misión y como testimonio (nº 84, 85). Es lo que ofrecemos al mundo y a la comunidad social (nº 89, 91), hasta tal punto que debemos tener conciencia que cuando damos gracias por medio de la Eucaristía, lo hacemos “en nombre de toda la creación” (nº 92).

La Eucaristía es, pues, “el origen de toda forma de santidad” a la que todos somos llamados (nº 94), como María, “Mujer eucarística” que nos conduce amorosamente con “el mismo ardor que sintieron los discípulos de Emaús” ( nº 97). 

3. La táctica “insidiosa” 

a) Antecedentes prototípicos

Ahora que hemos estudiado y sintetizado el documento Sacramentum Caritatis, lo consideraremos en la perspectiva de la tensión entre estrategia y táctica “modernistas” que si alcanzara la victoria imposible, la Iglesia Católica dejaría de existir. Creo que por esta razón San Pío X calificó de “insidiosa” la campaña modernista ab intra de la Iglesia. Insidiar es poner acechanzas; por eso, cuando decimos que tal sujeto o tal plan es insidioso, queremos señalar que es dañino con apariencias inofensivas; también lo decimos de una enfermedad que, bajo apariencia benigna oculta suma gravedad.

El lector observará que estas reflexiones señalan a cada paso hechos locales y frecuentemente personales. Este modo de exponer es deliberado porque, aunque se trate de experiencias singulares, también lo son de muchos hermanos en la fe que por comprensibles causas no pueden expresarse ni exponer sus intuiciones, sus preocupaciones, sufrimientos y perplejidades, sus errores, sus sorpresas y su confusión.

No comprenden que Gustavo Gutiérrez, Leonardo Boff, Ion Sobrino, Forte, sean invitados de honor en Universidades e Instituciones católicas y me preguntan si Roma no estará equivocada; recientemente, en marzo de 2006 una señora (presidenta de las llamadas “abuelas de Plaza de Mayo”) fue designada “doctora honoris causa” de la Universidad Católica de Córdoba, sin mérito académico alguno ni como reconocimiento a virtudes heroicas.  La autoridad guardó  SILENCIO.  Recordé vividamente un episodio personal entre muchos otros: en 1993 fue promulgada la Encíclica Veritatis Splendor e inmediatamente publiqué un artículo en Gladius (X, nº 28, p. 3-32, 1993); allí me preguntaba qué pasaría en Seminarios y Universidades si se cumplieran fielmente las instrucciones del Santo Padre; dice el Papa: “nunca están exonerados de sus propias obligaciones. Compete a ellos, en comunión con la Santa Sede, la función de reconocer, o retirar en casos de grave incoherencia, el apelativo de “católicas” a escuelas, universidades o clínicas, relacionadas con la Iglesia” (cap. III, nº 16 in fine). En esos días regresaba en un vuelo de Aerolíneas de una jornada de trabajo en el Conicet y quiso la casualidad que me tocara sentarme al lado de un eclesiástico, antiguo alumno mío; dirigí a él mi saludo cordial… apenas un gesto frío… y la mirada hacia otro lado. Quedé sorprendido hasta que me di cuenta: ¡el artículo de Gladius! ¡Había olvidado que yo era acusado de “papista”! ¡qué honra para mí”!

Al leer minuciosamente la exhortación Sacramentum Caritatis comprendí más hondamente lo que suelo llamar “antecedentes prototípicos” que he sufrido y sufro todavía, algunos de los cuales irán reapareciendo en esta exposición. Recuerdo con dolor aquellas risitas con que fueron recibidas mis citas de Royo Marín, de Spicq, de Schmaus o de …Ratzinger.Como el lector ve, el Espíritu Santo tiene buen humor.

 b) Coincidencias no-casuales y el escándalo del silencio. La desilusión de cinco jesuitas de Córdoba.

Para los que nos dedicamos al estudio, Jon Sobrino es viejo conocido y el lector puede encontrar –en las librerías “católicas”- varios de sus libros editados por ejemplo por Editorial Sal Terrae de Santander y no es novedad que su “cristología desde abajo” (la sola expresión lo dice todo) afecta gravemente la divinidad de Cristo, el misterio de la Encarnación y su mediación salvífica. El diario La Nación informa de la notificación a Sobrino por parte de la Sagrada Congregación para la Fe (15.3.07, 1ª sec., col. 1-2) la cual, sin que haga falta entrar en detalles doctrinales, advierte que las obras de Sobrino (uno de los antiguos inspiradores de los Sacerdotes para el Tercer Mundo) muestran “notables discrepancias con la fe de la Iglesia”. Para un católico eso basta: es un caso gravísimo sin hablar todavía de franca apostasía. La noticia de La Nación firmada por la corresponsal en Italia recuerda que Sobrino enseña en la Universidad de Centro América de los jesuitas de El Salvador. Allí fueron asesinados por los “escuadrones de la muerte” seis religiosos (entre ellos Ignacio Ellacuría, discípulo de Zubiri que se decidió por la acción “revolucionaria”). Sobrino se salvó porque estaba ausente. Esto ocurrió en 1989. La periodista no sabe que en esa misma época, el filósofo católico Francisco Peccorini, mi amigo, profesor a la vez en la California State University y en El Salvador, habló por televisión contra la guerrilla marxista. Fue inmediatamente asesinado. Tengo ahora a la vista algunos de los libros de aquel caballero cristiano hoy un “desaparecido” por el cual nadie pide ”justicia”.

Casi al mismo tiempo, con ocasión de la notificación a Sobrino y la publicación de la exhortación apostólica Sacramentum Caritatis, cinco jesuitas de Córdoba, uno de ellos Rector de la Universidad Católica, publicaron una suerte de carta titulada irónicamente “¿Y la Buena Noticia?” (La Voz del Interior, 17.3.07, Ap. 14, col 4, Cba.). Después de recordar a Sobrino como uno de los teólogos “más reconocidos”  y hacer una vaga referencia a sus “herejías”, se lamenta: “Si a esto se le suma la reciente carta apostólica firmada por Benedicto XVI sobre la Eucaristía en la cual se vuelve a insistir en que no pueden comulgar los divorciados y vueltos a casar salvo que ‘vivan como hermanos’ (con lo que se confirma la sospecha de que ‘lo malo’ es el sexo), y que se recomienda volver al uso del latín en algunas oraciones de la misa, el panorama de retroceso es claro… y lamentable”.Volveré sobre esto.

Por ahora diré que lo realmente lamentable es el rechazo explícito de la autoridad del Vicario de Cristo, la exaltación de un Concilio Vaticano II que jamás existió (enseguida me ocuparé también de ello), el rechazo del latín y del canto gregoriano como al menos un “cultismo litúrgico de dudoso gusto y escasísimo sentido pastoral” y ese “cachetazo” de negar la Comunión (el Cuerpo y la Sangre de Cristo) a los que viven en pecado mortal. ¿Qué desean? ¿Un pecado mayor? Claro, para decir esto hay que tener fe. La desilusión de los cinco jesuitas es grande. Por eso concluyen con un elocuente “qué lastima”.Quizá el lector piensa que estoy escandalizado por el documento. No. No lo estoy a causa del documento. Pero sí estoy inmensamente escandalizado; siento una especie de escándalo sin retorno y sin remedio aquí y ahora.

Estoy escandalizado por el SILENCIO. No me interesa que se hayan realizado entrevistas, ni siquiera admoniciones no públicas, que el Canciller de la Universidad haya o no considerado el documento (no lo sé) y lo mismo digo de las otras autoridades jerárquicas. Los fieles necesitan no ser “aturdidos” por el SILENCIO sino que “la potestad sagrada sea ejercida” en nombre de Cristo, potestad “propia, ordinaria e inmediata” (Concilio Vaticano II, Lumen gentium, 27). Ese es el escándalo que siento: el escándalo del SILENCIO.  

c) La eliminación del término “pecado” y la imposibilidad de dar la Comunión a los adúlteros y a los que viven en concubinato. Presencia activa de una estupidez arrasadora.

Tanto en el documentito de los cinco como en diversas “declaraciones” que he leído después de la promulgación de la Sacramentum Caritatis, se percibe la no utilización de términos que parecen tácitamente prohibidos: el primero es el término “pecado”. Suele ser sustituido por el vocablo “error”. Un error puede no ser pecado, debido a múltiples causas; no siempre la no adecuación del predicado a la realidad es falta moral; puede haber error pecaminoso in causa en cuyo caso sí sería pecado. Pero eso es filosofía. Aquí hablamos del pecado como la libre ruptura con el mandamiento divino y el desalojo de la gracia (del mismo Dios Vivo) de nuestra alma. Por eso, cuando pecamos mortalmente (muere el alma para la gracia) desalojamos a Dios Uno y Trino. Esto no es “error”: es diverso e infinitamente más grave, terrible mal que sólo puede “curar” el arrepentimiento y el sacramento de la Penitencia (por cualquier duda, ¡consulte el Catecismo!). Con ocasión del pecado público de sodomía de un alto personaje, en Santiago del Estero, se dijo públicamente que “cayó en un singular error humano”; que de todos modos ayudó (¡sic!) a los seminaristas “a fortalecer su fe” y su “vocación sacerdotal” (La Nación, 30.8.05, 1ª sec., p. 8, col. 3-5). Cuesta leer semejante declaración.

Ahora, con motivo de la reafirmación pontificia de la imposibilidad de dar la Comunión (Cristo vivo sacramentado) a los divorciados “vueltos a casar” (o juntar) se afirma que es un lamentable “retroceso” (dicen los cinco jesuitas). Otro ha dicho a la prensa: “Los divorciados vueltos a casar siguen siendo tan católicos como el Papa y los Obispos. No pueden comulgar porque tienen un obstáculo que no les permite llegar a  la plenitud de unión con Jesús. Pero si ponen el esfuerzo en Dios, mantienen la vida de oración, Dios no los va a dejar de lado” (La Nación, 18.3.07, 1ª sec., p. 22, col 2).

Veamos: los divorciados (siendo así que la Iglesia sostiene la indisolubilidad del vínculo) no son tales, sino “separados” y vueltos a “casar”, por ejemplo, por la ley civil que acepta la disolución del vínculo; son pues adúlteros que ahora viven en concubinato. Sea como fuere están en pecado mortal habitual. Ese es, nada menos, el “obstáculo” por el cual no deben comulgar agregando otro pecado aún mayor; la verdad es que han desalojado la Gracia y, en ese sentido, son menos católicos que el Papa y los Obispos porque el pecado mortal los convierte en miembros muertos de la Iglesia. Por otra parte, dan un pésimo ejemplo tanto a sus hermanos en la fe como a todos los demás. Para poder “llegar a la plenitud de la unión” con Cristo, deben arrepentirse, dejar el pecado habitual (y cualquier otro, es claro); lo único verdadero de las líneas transcriptas es que Dios “no los va a dejar de lado”.También se recomienda que se mantenga la vida de oración. Uno se pregunta: ¿cómo hago para mantener y aumentar “la vida de oración” si estoy en pecado mortal?

Otra persona ha declarado (sin emplear ni por casualidad el término “pecado”) que quien no mantuvo el compromiso “y concretó una nueva unión, se encuentra en una situación en la que no puede acceder a la Comunión” (La Voz del interior, 25.3.07, p. 21 A, col.. 2, Cba.) No se habla de infidelidad (que destruye la castidad conyugal) ni de pecado mortal (concretar la “nueva unión”); pecado grave por el cual comete una falta mayor como sería recibir a Cristo Sacramentado. Ya sabemos, por supuesto, que para la Santa Iglesia no es éste un caso de excomunión (en el sentido canónico) pero Ella los espera por medido de la Penitencia y el infinito amor de Cristo.En verdad “me duele” saber que Fulano y Mengana no pueden y no deben recibir a Cristo Sacramentado; pero si digo que “la Iglesia está buscando la forma de resolver esto, siempre”… en realidad debería decir que la Iglesia desde su fundación, no busca sino que ofrece la única forma sacramental de resolverlo instituida por Cristo. No hay caso: parece que no se pueden emplear términos tan claros como “pecado mortal”, “gracia”, “fornicación”, “adulterio”, “concubinato”… quizá porque caen socialmente mal, porque no quiero “ofender” a nadie. Infinitamente peor es la ofensa que permanentemente se infiere a Dios y el corrosivo ejemplo o anti-ejemplo para los demás, sobre todo para los niños y adolescentes. ¿Cómo puedo decir a mis hijos que “no me voy a poner a hacer una lucha contra el preservativo”? ¡Por supuesto que voy a luchar! ¿Que respeto a quien los usa? (como persona sí, pero debo “odiar” el pecado que comete). ¿Es posible que un padre de familia como yo tenga que leer u oír esto?

Cuando alguien dice que esta imposibilidad de comulgar que afecta a los “vueltos a casar” (léase re-juntados, adúlteros o concubinos) “nos obliga a ofrecerles toda la ayuda pastoral que merecen” (AICA, LI, 2623, p. 391, 28.3.07), creo que debemos entender que la “ayuda pastoral” consiste en exhortarlos con la ayuda de Dios a que dejen el pecado mortal habitual y vuelvan a la vida de la gracia. Y si es necesario, actuar enérgicamente. El verdadero amor es a veces “violento” y tierno, “intolerante” y firme.  En el documento de los cinco, los autores se quejan: “la ratificación explícita de que se continúa excluyendo de la comunión a los divorciados y vueltos a casar, es la confirmación de lo que ya se sabía, pero en este contexto no deja de ser un nuevo cachetazo. Algo así como si la comunión fuera un premio para “los buenos”, en particular para los que tienen conductas sexuales adecuadas a las que las encíclicas indican, y no fuera lo que es -Pan para el camino- alimento para los peregrinos…”

Aclaremos las cosas: 1) No se trata de una “exclusión” sino de la imposibilidad de recibir a Cristo Hostia en pecado mortal. 2) Estrictamente hablando, para los católicos, no existe un “volverse a casar” si el otro cónyuge está vivo. Es adulterio o concubinato, o las dos cosas. 3) ¿Cuáles son las conductas sexuales “adecuadas”?

Las Encíclicas (o la doctrina de siempre) no hacen más que enseñar lo que el mismo orden natural promulga en la conciencia y por qué la unión sexual en el matrimonio cristiano es canal de gracia y santificación como copia del amor fiel de Cristo Esposo y la Iglesia Esposa. ¿De dónde salió el error de que el sexo es malo? No salió de la Iglesia Católica. Eso es seguro y la bibliografía, inmensa.

4) ¿Cuando califican a la Santa Comunión como “Pan para el camino” quieren decir que ese Pan es Cristo en Persona, o no? Si lo es, no debe recibírseLo en pecado mortal; si no lo es (como a veces sospecho de algunos “teólogos”) entonces… no tiene importancia. No creen en la presencia  real.5) ¿Sólo son buenas las “conductas sexuales adecuadas a lo que las Encíclicas indican?”. Sí. así es. O los cinco niegan toda autoridad al Magisterio Ordinario. Eso sí está claro. 

En esto de las “conductas sexuales” se desliza y manifiesta una enorme estupidez. En la metafísica y en la Teología del matrimonio (orden natural y sobrenatural) se revela una insensatez esencial, “infinita”, propia de una razón que ha perdido la luz de la inteligencia, a la cual Sciacca llamaba la estupidez tan omnipresente como el ser, una inteligencia “oscurecida” que, en este caso, niega lo que no ve y no comprende. Por eso es torpeza notable, aturdimiento, pasmo. Ante la sexualidad, estos cinco caen en una estupidez arrasadora. La sexualidad, implicante de toda la persona, es perfección constitutiva del hombre como imago Dei. Por eso la unión sexual sacramental es santificante y supone: castidad pre-matrimonial, castidad conyugal (que es la misma fidelidad) hasta el fin.

Si se me permite el atrevimiento menos pudoroso, hablando como hombre con más de cincuenta y cinco años de matrimonio, ocho hijos y veintiséis nietos, quienes practican “conductas sexuales” no acordes con la docencia perenne de la Iglesia no saben lo que se pierden. La fidelidad hace de la actividad sexual algo hermoso, profundo y lleno de sentido. Les digo a los fornicarios, a los adúlteros y a los “otros”: ¡No saben lo que se han perdido! Stultorum infinitus est numero!  

d) La exhortación apostólica ¿implica un pre y un post Concilio?

Ante la Sacramentum Caritatis, las ovejas no necesitamos que nos digan: quédense tranquilos, el documento “confirma” el Vaticano II; menos aún que aquellos cinco afirmen que es “un retroceso”; mucho menos que alguien nos advierta que “el mensaje del Papa no contiene ni un retorno a la época preconciliar ni nada “que implique alejar a los fieles de la Iglesia” (La Nación, 18.3.07, 1ª Sec., p. 22, col 1). No hay “retorno” en el sentido empleado porque no existe, desde el punto de vista del sacro depósito una “época preconciliar”. Desde las Actas del Vasticano II -que he estudiado de veras hace muchos años- retrocediendo hasta la primera reunión de Jerusalén, la Iglesia (no “nuestra” sino de Cristo) ha dicho siempre lo mismo. No existe un pre y un post Concilio. Decía el cardenal Ratzinger en Raporto sulla fede, ed. Paoline, Roma, 1985, p. 33: “Es necesario oponerse decididamente a este esquematismo de un antes y de un después en la historia de la Iglesia, absolutamente injustificado por los mismos documentos del Vaticano Ii que no hacen más que reafirmar la continuidad del Catolicismo. No existe una Iglesia “pre” o “post” conciliar: existe una sola y única Iglesia…”. Dice más adelante: “no son los cristianos los que se oponen al mundo. Es el mundo el que se opone a ellos cuando es proclamada la verdad sobre Dios, sobre Cristo, sobre el hombre. El mundo se rebela cuando el pecado y la gracia son llamados con su nombre” (op. cit., p. 35).Veintidós años más tarde comprobamos en documentos publicados ese vergonzante temor de llamar pecado al pecado y gracia a la gracia.   

4. Reflexiones conclusivas y los verdaderos “excluidos

 Dentro de la estrategia general inamovible, la táctica dinámica especula con situaciones de hecho: muy pocos, poquísimos, leerán bien y aun serán muchos menos quienes estudien cuidadosamente la exhortación. Algo semejante pasó con las Actas del Concilio Vaticano II al que le hacen decir lo que no dijo y consideran como un punto de partida “revolucionario” que nada tiene que ver con su contenido doctrinal. La iniquidad enmascarada y la “táctica insidiosa” de que hablaba San Pío X, no se detienen. Cuando terminé de estudiar la exhortación recordé algún texto de Orígenes en el cual nos habla de los “sentidos espirituales” (Contra Celso, I, 48); porque lo que más me impresiona como oveja del rebaño de Cristo es una suerte de enfermedad o de gangrena que pretende “disolver” o “demoler” la Iglesia.

Hablaba Orígenes de la vista que ve las cosas superiores; del oído que “percibe voces” o palabras o la Palabra; del gusto que saborea el pan y el vino que vienen del Cielo; del olfato que huele “el buen olor de Cristo”; del tacto que palpa con las manos al Verbo de la Vida.La “táctica insidiosa” logra que en muchos la vista se corrompa en ceguera; el oído en sordera; el olfato en pestilencia del pecado; el tacto en la insensibilidad al Verbo que nos llama; el gusto en la amargura del pecado contra Cristo. La sordera produce la mudez y el SILENCIO cuando hace falta la palabra y la decisión.La “conspiración del silencio” tanto fuera como dentro: fuera porque el mundo prohíbe hasta nuestros nombres; dentro porque el iscariotismo nos entrega inermes: “¿qué me dais?”. Los católicos que piensan en sintonía con la Iglesia y con el Papa somos los excluidos, los verdaderamente excluidos. Cuando alguno súbitamente descubra que algo de lo que enseña o hace no es combatido sino aceptado por el mundo de fuera y de dentro, piense: ¡algo anda mal! ¿qué habré hecho mal? Lo sobrenaturalmente normal es que nos odien. Así está bien.Adhesión plena al sagrado depositum fidei, a la tradición, al  Magisterio, al Vicario de Cristo, son motivos más que suficientes: condenados a exclusión perpetua.No olvide el lector para su propia alegría: hoy, la exclusión por la táctica insidiosa es gracia de elección. Como tal, es inmerecida. Sufrimiento, aceptación, humildad, entrega. Y allende las amarguras, el gozo inconmutable de existir adheridos a la Verdad, al Camino y a la Vida.Y todo, gratis. 

Córdoba, 16-4-07

[Acción, 108]