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Situación de la Argentina

Todos estamos llamados a la paz, ¿cómo lograrla?  

Por José María Saccheri (*)  

Nadie puede discutir que la Paz sea algo importantísimo, para la Argentina en particular, y para el mundo en general. Nadie puede discutirlo con palabras, pero hay gente que lo discute con hechos. Como la ETA en España, que acaba de demostrar su vocación por la violencia, el odio y el resentimiento. La Paz es un objetivo permanente y demasiado importante, como para que lo puedan manejar los que ignoran cuestiones elementales de la Filosofía Política y la Historia, por ello debemos ser cuidadosos en su análisis y propuesta de soluciones.

La Paz no pueden manejarla los que ignoran cuestiones tan graves como las consecuencias, para toda una Nación, de algo tan tremendo como una guerra. El actual presidente de los argentinos es uno de éstos, pero no es el único; hay demasiada gente ignorante que está entreverada entre la gente de bien y debemos cuidarnos de los “lobos disfrazados de corderos".

El problema de la guerra de los años 70, es un problema político. No es un problema jurídico. Fue una guerra, y así lo han reconocido los propios terroristas en miles de oportunidades, en importantísimos documentos de los terroristas, documentos de todos los gobiernos desde 1960 -de jure y de facto- hasta el 2003, todos los diarios y revistas importantes de aquellos años. Hasta el importantísimo diario "La Opinión" que dirigía Jacobo Timermann, reconoce con una claridad que habría que releer varias veces, que aquellos hechos constituían una guerra.

Fue una guerra civil, un "conflicto armado no internacional" como lo establecen con absoluta claridad los cuatro Convenios de Ginebra de 1949, y los dos protocolos adicionales (I y II) aprobados en las Naciones Unidas en 1977. Nuestro país adhirió a estos tratados adicionales, en el año 1988, a través de la ley 23.379. Y ese tratado internacional nos obliga a todos los argentinos, desde el Dr. Kirchner para abajo, o mejor dicho para arriba...

Ni el gobierno, ni muchos que -voluntariamente o no, lo acompañan- entienden que una amnistía no es un pedido de Perdón, ni un "perdón" en el sentido estricto de la palabra. Un indulto es un perdón, una amnistía no lo es. En nuestra historia política hubo desde 1810, 24 amnistías, es decir 24 actos del poder político, echando un manto de olvido sobre los delitos políticos. Y ese manto de olvido o de piedad, mal que le pese a Kirchner, no es para los "militares genocidas", es para todos los que cometieron errores u horrores en aquella triste guerra terrorista de los años 70.

Es para los terroristas que asesinaron inocentes como Kunkel, Bettini, Villanueva y tantísimos otros que están en el gobierno, y también para quienes combatieron el terror y, en ese fragor del combate cometieron errores, aunque los Comandantes en Jefe ya hayan sido juzgados y condenados. Que la última "amnistía" haya sido una simple liberación de asesinos por parte de sus cómplices, en el gobierno del Dr. Héctor J. Cámpora, y haya sido un fracaso, no quiere decir que la amnistía no sea un recurso atendible para lograr la Paz.

Una amnistía significa una suerte de "olvido" político, no un olvido histórico de hechos políticos graves que, generalmente, han producido muertes, heridas y persecuciones graves. Y el instituto de la amnistía es para TODOS los que lucharon en aquella contienda, no sólo para los de un lado. La última amnistía, no fue una amnistía, por más nombre de "ley" que le hayan puesto aquellos congresales del 26 de mayo. No podemos considerar que eso fue una amnistía real, aun cuando haya sido denominada "Ley de amnistía". En 1973 sólo salieron en libertad los terroristas que habían matado ciudadanos, el otro terrorismo, aquel del que se acusa a los gobiernos militares, no existía; tampoco existía el combate por cualquier medio que dispuso el Gral. Perón cuando asumió su tercera presidencia el 12 de octubre de 1973, que ahora quiere investigar el juez admirador de bellos efebos.

Las amnistías han sido utilizadas muchas veces por muchos gobiernos del mundo, y son la única solución posible para las guerras civiles o conflictos civiles graves, pues de lo contrario se traslada, al haber víctimas y victimarios, esa lucha y venganza política, a los hijos de los muertos y heridos, y a los hijos de sus hijos, y ello no ayuda a la Paz. El Protocolo II de los convenios de Ginebra, al que adhirió el gobierno de Alfonsín, establece (art. 6, inc. 5º): "5. A la cesación de las hostilidades, las autoridades en el poder procurarán conceder la amnistía más amplia posible a las personas que hayan tomado parte en el conflicto armado o que se encuentren privadas de libertad, internadas o detenidas por motivos relacionados con el conflicto armado."

Esto no es un invento de las víctimas, o de alguna víctima en particular, del terrorismo que sufrió nuestra Argentina; esto es un documento de las Naciones Unidas que es ley en casi todos los países civilizados del mundo. Y Kirchner está obligado a cumplir esta ley, y no lo hace, y no sólo no lo hace sino que echa leña al fuego de la ya convulsionada sociedad argentina; por esa actitud le cabe una sentencia condenatoria penal a nuestro presidente Kirchner, por incumplir los tratados internacionales.

Nosotros, como víctimas que somos del Terrorismo, pues a nuestro padre (Profesor de Filosofía de 41 años y siete hijos) lo asesinaron terroristas en pleno gobierno democrático el 22 de diciembre de 1974, hemos ofrecido una mano abierta -solamente para lograr la Paz- por que la Paz de la Argentina está muy por encima del vuelo corto de las gallinas, que por una u otra razón, pugnan por una supuesta "Justicia" que no llega y no parece llegar nunca. No la ofrecimos para que liberen a los de un "bando", ni que no condenen a los terroristas, sino que la ofrecimos por un valor muy superior, que es la Paz.

El problema es un problema de orden político, y no es un problema "judicial". Si fuera un problema judicial, se aplicaría el Derecho: el derecho de la guerra para los tiempos de guerra, y el derecho de paz para los tiempos de paz. En los tiempos de guerra esa posibilidad de aplicar el derecho de la paz, no existe en la realidad concreta de la vertiginosa situación bélica. Entonces, si el problema es un problema judicial, que se sigan las reglas judiciales del debido proceso que establecen nuestra Constitución Nacional y las leyes concordantes.  

Pero ya hemos visto los argentinos que no hay administración, real y concreta de Justicia, hemos visto hasta el cansancio que en nuestro país, la administración de justicia está tan manoseada, que casi ha perdido su sentido. Entonces, si el problema es político, no podemos ser tan inocentes, tan crédulos, de creer cándidamente, que el problema se va a solucionar con éstos jueces. El tonto que no ve esta realidad, se convierte a la larga en un necio que no quiere verla. El único problema acá es político, y es político el amañado secuestro de Gerez, y es amañadísimo el discurso en cadena nacional del presidente de los argentinos, en que nos desafía burdamente desde el pedestal de una operación política tan mal hecha.

No podemos entonces darle credibilidad a un politiquero como Gerez, ni menos podemos contestar seriamente al discurso de un presidente que se sube lucrativamente a una operación política de tan baja estofa, mintiendo y jugando con las emociones de los argentinos de bien.

La mano abierta que ofrecimos el pasado 5 de octubre, aun a los asesinos de nuestro padre, no es para obtener ninguna ganancia. Por el contrario, nosotros, con ese gesto hermano, ofrecíamos perder nuestra posibilidad de buscar y encontrar a terroristas asesinos, como Garzón Maceda que mató a mi padre, que vive tranquilamente como si fuese un ciudadano igual que Ud. y que yo, que nunca asesinamos a nadie. No perdimos el derecho por ese gesto que nos honra, pero resignábamos el derecho de ejercer la vindicta pública, que es la persecución de los criminales que asesinaron a nuestros padres, hijos o hermanos.

Pero como el gobierno no sólo no aceptó el gesto de poder "perdonar" a los asesinos terroristas, sino que nos agravió a pesar de ser "víctimas", con discursos, declaraciones, solicitadas y nuevos discursos por cadena nacional, que ahora quieren olvidar rápidamente, nos vemos relevados de nuestro ofrecimiento de Paz. Nuestro ofrecimiento de paz ha sido bienvenido y aceptado por todos los argentinos que verdaderamente valoran la Paz. Pero el rechazo gubernamental y de algunos asesinos instalados en el poder, nos obliga a iniciar el largo camino de la justicia para enjuiciar a los terroristas que masacraron a nuestros padres civiles e inocentes, y también a todos aquellos que no eran civiles, y murieron defendiéndonos a los argentinos para que vivamos con una bandera celeste y blanca, y no con un trapo rojo con la hoz y el martillo. Pero ese camino de la "justicia" es largo y lleno de sinsabores, los abogados lo sabemos largamente, y veremos si el trabajo de llevar a los delincuentes a un tribunal podremos lograrlo; no es fácil. Para ello hacen falta muchas ganas de trabajar, mucho empeño, mucha esperanza y tenacidad. Pero sobre todo -y eso es realmente difícil- jueces probos y políticos dispuestos a no inmiscuirse (desconsiderando gravemente los principios republicanos) en las cuestiones ajenas a la Justicia.

Una cosa es declamar la Paz y dar lindos discursos sobre ella. ¿Cómo lograr la Paz? La paz no se logra sólo con la Justicia humana, se logra con el perdón y la grandeza. La paz no se logra con el mero olvido, se logra a partir de la verdadera historia, y a ello hay que sumarle gestos magnánimos para poder superar las ofensas y dolores tan grandes recibidos, y caminar -todos los argentinos juntos- hacia una Patria grande con la que soñaron nuestros abuelos. La Paz se construye poniendo el hombro para construirla despacito, ladrillo a ladrillo, paso a paso, minuto a minuto... A eso los invito.  

(*) Abogado y Profesor de Derechos Humanos    

www.diario7.com.ar  14-Jan-2007   

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