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Opinión

   Una ayuda cajoneada en el Congreso desde hace más de 3 años   

El debate sobre la necesidad de actualizar técnicamente el rompehielos Almirante Irízar apareció en el Congreso en 2004. En ese momento, el gobierno negó asignar los fondos que la oposición reclamaba para la modernización de la nave. El intento terminó cajoneado en el Senado. Claro, no eran momentos ésos para que el oficialismo apareciera otorgando fondos a la Armada.  En diciembre de ese año, el radicalismo presentó un proyecto para actualizar el mantenimiento y modernizar el Irízar. La iniciativa, elaborada por Miguel Angel Giubergia, vicepresidente primero de la Comisión de Presupuesto y Hacienda, no tuvo rechazos del kirchnerismo que la aprobó en la Cámara de Diputados.  

El proyecto proponía asignar durante cuatro años una partida de $ 6 millones anuales para financiar gastos de mantenimiento mayor, modernización y adecuación a las normas para la protección del medio ambiente del rompehielos Almirante Irízar. Cuando el proyecto llegó al Senado, quedó estancado en la Comisión de Presupuesto y Hacienda.  Giubergia protestó entonces por el riesgo que corrían los tripulantes del Irízar y advirtió: «En los últimos años, la fuerte restricción presupuestaria a la que se vienen enfrentando las jurisdicciones competentes y su falta de oportunidad en la asignación motivaron que la actividad antártica nacional se viera seriamente comprometida; un claro ejemplo de esta situación lo constituye la falta en la actualización de los sistemas del rompehielos Irízar, botado en 1978 y con más de 24 años ininterrumpidos de intensa actividad en la zona».  

Como en otros órdenes, tampoco se tomó en cuenta que la Argentina, como integrante del Tratado Antártico, se comprometió a contar con medios suficientes para desarrollar tareas en el continente blanco: «La Argentina ha suscripto convenios internacionales que la obligan a contar con un medio idóneo para navegar los mares helados», dijeron los radicales.          

Ambitoweb.com – 12-4-07             

Desidia en altamar 

Por: Edgardo Aguilera

Se esperaba esta madrugada en Puerto Madryn el arribo de la tripulación del rompehielos Almirante Irízar, después que un incendio en altamar obligó a su comandante a ordenar la evacuación de la nave. Hoy, con sólo su capitán a bordo, podría ser remolcado a puerto, pero las pérdidas son cuantiosas. Se supo que el peligro de que algo podría suceder por falta de inversión en ese buque estratégico y único para la campaña antártica había sido advertido hace tres años. En Diputados, el radicalismo hizo votar fondos para su modernización y mantenimiento. Sólo $ 6 millones al año, que en el Senado fueron congelados por orden del gobierno. No eran épocas ésas para que Kirchner anunciara gasto militar.  El rompehielos Almirante Irízar, el único buque que disponía el país para las campañas antárticas, se incendió anteanoche en alta mar, a 140 millas de Puerto Madryn, Chubut, y sus 296 ocupantes debieron evacuar la nave en botes salvavidas. Guillermo Nelson Tarapow se llama el comandante del navío siniestrado.

Nunca imaginó que con esos nombres -inspirados, obvio, en dos marinos emblemáticos, Guillermo Brown y el británico Lord Nelson-, la fatalidad de las cosas inanimadas golpearía su destino.  A medianoche, en plena oscuridad por la falta de alimentación eléctrica producida por el incendio repentino, tuvo que dar la orden que aborrecen los capitanes de mar: el abandono de la nave. Al cierre de esta edición, el comandante Tarapow aún permanecía en el puente de mando del Irízar, solo y en espera del arribo de tres buques de la Armada -el destructor Robinson, la corbeta Granville y el aviso Suboficial Castillo- con la esperanza de poder remolcarlo a puerto.  El primero en llegar a la zona del siniestro fue el guardacostas Thomson, de la Prefectura Naval, que colaborará en el remolque si el Irízar mantiene condiciones de flotabilidad. El vasto incendio declarado en el cuarto de generadores se propagó con rapidez por el compartimiento de propulsión e interesó parte de la estructura exterior y la cubierta. El buque quedó inmediatamente sin electricidad y sin posibilidad de establecer comunicaciones radiales. El sistema automático de extinción de incendio de las máquinas (una serie de botellones similares a matafuegos de grandes dimensiones) no alcanzó para sofocar el fuego.   Informes  El siniestro se declaró cerca de las 22 y la orden de evacuación fue dada una hora y media más tarde, cuando el comandante de la nave consideró que el fuego no podía ser dominado y ponía en peligro a la tripulación. El almirante Jorge Godoy, jefe de la Armada, comunicó por teléfono a la ministra Nilda Garré la novedad del incendio y luego debió completar la información con la noticia desgraciada del abandono. Los tripulantes fueron socorridos por un petrolero de bandera panameña y dos pesqueros.  

El incendio del rompehielos afectó seriamente la capacidad del país para atender la actividades antárticas, entre ellas: relevos, apoyo logístico a las bases, salvamento, planes científicos y ambientales. El Almirante Irízar, de 121 metros de eslora, 25 de manga y 15.000 toneladas de desplazamiento a carga plena, que navegaba de Ushuaia al puerto metropolitano de Buenos Aires, estaba de regreso tras la campaña antártica 2006-2007.  A bordo llevaba científicos de la Dirección Nacional del Antártico (DNA) y personal militar de las tres Fuerzas Armadas. Dos helicópteros pesados Sea King completaban su equipamiento; se desconoce si fueron afectados por las llamas. Los aparatos llevan combustible, alimentos y vehículos para dotar a las bases de todo lo necesario para la invernada.

El brigadier general Jorge Chevalier, titular del Estado Mayor Conjunto, es el responsable operativo de la campaña antártica y se hizo cargo del esquema de rescate en coordinación con el alto mando naval.  En rigor, el buque accidentado pertenece a la DNA, lo tripula la Armada y las operaciones antárticas son responsabilidad del Estado Mayor Conjunto. Pero como ya había finalizado su misión, ahora corresponde a los marinos averiguar las causas del siniestro y deslindar responsabilidades vía sumario militar. La inutilización del rompehielos por el incendio provoca un trastorno político a la ministra, quien había planificado una ceremonia en altamar, a bordo del Irízar, prevista para el próximo 4 de mayo, con motivo de conmemorar a los marinos muertos en el ataque al crucero Belgrano durante el conflicto de Malvinas.  

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