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Situación

 Un gerente, por favor

Por Adrián Simioni 

“Un viejo adagio progresista, muy citado en relación con las privatizaciones de la abominable década de 1990, rezaba así: La cuestión no es que las empresas sean estatales o privadas, sino que sean eficientes; y no hay nada que demuestre, per se, que las empresas estatales no pueden, bajo ninguna circunstancia, ser eficientes. Como al finalizar la década de 1980 varias empresas públicas eran de evidente ineficacia, la teoría venía acompañada de una hipótesis ad hoc: en el caso de Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF), por ejemplo -se podía escuchar- el poder se había encargado durante varios años de socavarla, justamente para preparar el terreno y contar luego con argumentos que justificaran su venta.

Como toda teoría que pretende explicar una porción de la vida social, éstas también eran muy difíciles de contrastar. Pero hoy el laboratorio argentino parece mostrar un inmejorable equipo de tubos de ensayo, reactivos y microscopios para ver si el Estado puede gestionar bien. En primer lugar, porque una porción importante de la sociedad aborrece mucho de lo sucedido en la década de 1990. En segundo lugar, porque se han lanzado políticas en sentido contrario. En tercer lugar, porque no hay un gobierno nacional privatista ni un Fondo Monetario Internacional que supuestamente condicionaba las políticas. En cuarto lugar, porque ese gobierno tiene la suma del poder público y ninguna oposición política comprometida y de peso. En quinto lugar, porque el Estado está rebosante de dinero.

De manera que si hoy el sector público muestra baches de gestión, la explicación deberá encontrarse en otros estantes, lejos de los manuales de las teorías conspirativas. Son varios los desafíos para quienes conducen el país a partir de un discurso que combina algo de izquierda con algo de nacionalismo y que dice creer que en el Estado está la respuesta a casi todo. Incluyen desde políticas macro hasta gestiones puntuales en un despacho. Por ejemplo, pese a los muchos anuncios, la producción de energía primaria (nuclear, gas natural, petróleo, carbón mineral, leña, bagazo y otros) sigue clavada en el mismo lugar que en 2001. Ese año, la producción fue de 83.780 TEP (cada TEP equivale a la energía liberada por la combustión de una tonelada de carbón). En 2005 (última publicación del Balance Energético Nacional, www.minplan.gov.ar), esa cifra había caído a 83.040 TEP.

Sigue habiendo, entonces, algo más de 500 TEP que se desperdician, por gas natural que se ventea debido a la falta de gasoductos. Mientras la producción se redujo levemente, la población creció en 1,6 millón de habitantes. La política energética entreguista de los años 1990 había empezado la década con una producción de apenas 49.342 TEP. Casi la duplicó en 10 años. Tal vez la política de Julio De Vido simbolizada en Energía Argentina Sociedad Anónima (Enarsa) pueda dar respuestas más eficaces que aquélla. Pero tiene que apurarse. Van a hacer cuatro años que De Vido está al frente y las TEP no se han movido.”

(La Voz del Interior, 28-2-07) 

[DP, 119]

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